El jefe de Cultura de este diario presentó su libro, Sala de redacción, en Palacio Bellas Artes
Lunes 13 de marzo de 2017, p. 8
Una conversación acerca del oficio del periodismo, de lo que significa vivir a corazón abierto
dentro de una profesión que busca compartir la mirada del otro, tuvo lugar durante la presentación del libro Sala de redacción, de Pablo Espinosa, jefe de Cultura de este diario, en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
En su intervención, la periodista y escritora Elena Poniatowska, autora del prólogo, dijo que colaborar en La Jornada, de la que es fundadora, ha sido una lección de vida, alegría, amor al oficio y, por supuesto, al periódico
.
El libro de Espinosa es el segundo que publica en la colección de Periodismo Cultural que edita la Secretaría de Cultura (SC), concebida por Rafael Tovar y de Teresa cuando estaba al frente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) con la idea de que permanezca lo mejor que publican los periodistas culturales en activo.
Estos libros son una memoria, un testimonio documental que después puede servir a investigadores. Los libros que se han publicado en esta colección después son citados en las universidades. La colección no se hace por ningún tipo de compromiso, al contrario, su espíritu es fijar en el tiempo lo que se escribe en los periódicos y que se va a las hemerotecas en el mejor de los casos
, explicó Miguel Ángel Pineda, director de comunicación social de la SC.
Poniatowska dijo que a su colega Pablo Espinosa “nada lo hace más feliz que compartir, porque el arte de la música es el arte mismo de compartir y nada lo satisface más que tomar a alguien de la mano y llevarlo a Tahití aunque él jamás haya estado allá físicamente, ni bajado a las grandes profundidades del mar para acompañar a Julio Verne en sus 20 mil leguas de viaje submarino sin haberse puesto traje de buzo, ni mantenido de pie en un diminuto planeta en el cosmos en el que Saint Exupéry amó a una rosa amenzada por una zorra y protegida por un principito desvalido y confiado.
“Literatura y musicología, ante todo musicología, son las tintas que cargan la pluma de este crítico y creador, que en su Sala de redacción pone sobre la gran mesa de la literatura sus crónicas para que disfrutemos las que más nos atraigan, las que nos lleguen al corazón (antesala de la música, lo llama él), a la vista y estimulen nuestro olfato, porque su escritura es tan sensorial como apasionada.”
En su turno, el periodista José Gordon ofreció una probadita
de algunos textos que se incluyen en Sala de redacción, “en donde se pasa por igual por los usos y tecnologías actuales en la escucha de la música, que por críticos maravillosos como Pascal Quignard, por Madredeus, por historias amorosas de seres vulnerable que están atentos al presente, por personajes que viven a corazón abierto.
Conozco pocas personas que se atreven a hacer eso, porque todos tendemos a protegernos para no ser vulnerados. Una de esas pocas personas está aquí presente, Elena Poniatowska. Personas que viven a corazón abierto, que por supuesto trae vulnerabilidad, pero también la posibilidad de registrar lo más fino
.
El libro Sala de redacción, añadió Espinosa, “contiene reportajes, ensayos, crónicas, entrevistas, reseñas de discos. Es una declaración de principios en favor del periodismo escrito, y en particular del periodismo tradicional, sobre todo en la gran revolución cultural que vivimos, donde los medios electrónicos y en especial las redes sociales plantean un reto formidable.
Sobre Bob Dylan
“Ni las salas de redacción, ni los discos compactos con música grabada, ni los libros impresos desaparecen. Se trata, simplemente, de una etapa de transición. Frente a este cambio vertiginoso resulta más evidente que nunca que el periodismo tradicional es más necesario. Ningún periodismo ‘digital’ o ‘cibernético’ puede prosperar sin las reglas de oro, los conceptos básicos y sobre todo la práctica, cultivo y desarrollo del lenguaje. La palabra, sustancia de la literatura periodística, nunca perderá vigencia”.
Pablo recordó que durante los trabajos de edición de este libro, ya cuando estaba en imprenta “ocurrió un hecho que obligó a incluir, de último momento, un pie de página a uno de sus capítulos, pues se anunció, en octubre pasado, que la Academia Sueca otorgó el Premio Nobel de Literatura a Bob Dylan, lo cual causó revuelo, indignación, estupor en el medio literario, y sonrisas en la mayoría del público.
“Ese capítulo había sido escrito cuatro años antes y consiste en una argumentación de por qué a Bob Dylan se le debía otorgar el Premio Nobel de Literatura. Al darse a conocer la noticia, la situación se tornó aún más divertida, pues a mi y a la Revista de la Universidad, donde originalmente se publicó, se nos tachó de adivinos, profetas y pitonisos, por haber anunciado una noticia cuatro años antes de que ocurriera, cuando en realidad ese reportaje simplemente había cumplido la tarea periodística de recoger un clamor generalizado.
Cierra este libro un amplio reportaje sobre los personajes de mármol y metal que habitan el Palacio de Bellas artes, también como un ejemplo de los tesoros culturales que están enfrente de nosotros a diario y que son materia de reflexión, análisis, pero sobre todo disfrute, goce y documentación, que son tareas que cumple este libro de periodismo misceláneo
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