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Lavandería México

Premio chaca-chaca

TLC: flujos ilícitos

C

uando menos desde 1994, el sistema financiero que opera en México ha sido calificado como el centro más importante de lavado y repatriación de dinero (ilegal) en el hemisferio occidental. De hecho, por aquellos ayeres el Departamento estadunidense de Estado advertía que sólo por narcotráfico el monto rondaba 30 mil millones de dólares.

Ante tal calificativo fue obvia la reacción del gobierno mexicano y las cabezas visibles de los barones del dinero. Carlos Salinas de Gortari recién concluía la reprivatización de la banca, sus amigos que se la apropiaron plácidamente se hinchaban de ganancias a la par que saqueaban a las instituciones financieras y la autoridad nacional aseguraba que, caiga quien caiga, iría hasta el fondo para dejar en claro que este es un país de leyes.

Meses después llegaría el rescate bancario, el Fobaproa, el saqueo, la extranjerización del sistema financiero, la deuda para los mortales y el vertiginoso crecimiento de la lavandería mexicana, con lo que año tras año en el vecino del norte refrendaron el citado calificativo.

Pues bien, poco más de dos décadas después nos enteramos de que México, un país de leyes donde nadie cayó, no sólo mantiene la supremacía chaca-chaca en materia de dinero ilegal en el hemisferio occidental (y el tercero a escala mundial, sólo después de China y Rusia), sino que los montos en él lavados y planchados alcanzan niveles estratosféricos, tanto como 529 mil millones de dólares entre 2004 y 2013.

De acuerdo con el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (Cesop: Estructuras financieras del crimen organizado) de la Cámara de Diputados, a consecuencia de tal fenómeno los gobiernos de los países pierden anualmente miles de millones de dólares por impuestos que no pueden recaudar, fortunas que salen de sus fronteras sin que las puedan detectar. De forma directa, los flujos financieros ilícitos afectan las bases impositivas de los países, retrasan el desarrollo, afectan a la población e incrementan las brechas de la desigualdad.

Así, cinco de los países latinoamericanos se encuentran entre los 20 primeros del mundo más afectados por los flujos financieros ilícitos en el periodo 2004-2013: Chile ocupa el lugar 20, con 45 mil 600 millones de dólares; Panamá el 18, con 48 mil 400 millones; Costa Rica el 14, con 94 mil millones; Brasil el 7, con 1,227 mil millones, y México el 3 del mundo –y primero en la región–, después de China y Rusia, con más de 500 mil millones de dólares.

Como se observa, aquel caiga quien caiga no trascendió el chiste de ocasión y la lavandería mexicana alcanza dimensiones de ensueño, pues representa más de 50 por ciento del producto interno bruto a precios actuales.

El Cesop subraya que las estimaciones que se han efectuado sobre los flujos financieros ilícitos a escala internacional ponen de relieve la gravedad del problema que representan las salidas de capital en los países que forman parte del mundo en desarrollo.

Entre la numeralia que presenta destaca que entre 2004 y 2013 un total acumulado de 7.8 billones de dólares (millones de millones) salieron ilícitamente del mundo en desarrollo; las salidas ilícitas de recursos financieros del mundo en desarrollo aumentaron a una tasa anual de 6.5 por ciento en términos reales; las tasas de crecimiento fueron generalmente más altas en los años previos a las crisis financieras, pero los flujos ilícitos han seguido subiendo desde 2008; entre 2004 y 2013 los flujos financieros promediaron 4 por ciento del producto interno bruto de los países en desarrollo.

En el caso concreto de México, el Cesop subraya que entre los diversos análisis especializados que se han efectuado sobre los flujos financieros ilícitos destaca uno divulgado por Global Financial Itegrity, entre cuyas conclusiones destaca que entre 1970 y 2010 el total de flujos financieros ilícitos de México se eleva a la impresionante cifra de 872 mil millones de dólares; el flujo saliente de capital ilícito en México se ha elevado de forma significativa, pasando de alrededor de mil millones de dólares en 1970 a 68 mil 500 millones en 2010, alcanzando su máximo en 2007 con 91 mil millones”.

Así, los flujos medios anuales de capital ilícito se incrementaron acusadamente a lo largo de cuatro décadas: durante los años 70 la cifra fue de 3 mil millones de dólares; en los 80 de 10 mil 400 millones; en los 90 de 17 mil 400 millones, y en la primera del siglo XXI de 49 mil 600 millones.

Por si fuera poco, el Cesop detalla que el promedio de los flujos de dinero ilícito circulando en México representó 5.2 por ciento del producto interno bruto durante las cuatro décadas comprendidas entre 1970 y 2010. El máximo nivel, como porcentaje del PIB, se alcanzó en 1995, con 12.7 por ciento.

Como porcentaje del PIB los flujos ilícitos se han incrementado, pasando de un promedio de 4.5 por ciento en el periodo previo de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en enero de 1994, a 6.3 del producto en los 17 años siguientes.

Los fondos financieros ilícitos como porcentaje de la deuda externa de México se incrementaron de 15 por ciento en 1970 a 28.7 en 2010, con un promedio de 16.8 en el periodo 1970-2010. El brusco incremento de este indicador se produjo principalmente después de la entrada en vigor del TLCAN, en 1994.

Con excepción de algunos incrementos poco significativos, los flujos financieros ilícitos como porcentaje de las exportaciones totales de México descendieron de 74.4 por ciento en 1970 a 23 por ciento en 2010, principalmente a consecuencia del crecimiento de las exportaciones de petróleo en ese periodo.

Entonces, como siempre: ¿Caiga quien caiga?

Las rebanadas del pastel

Informa La Jornada (Alma Muñoz) que aunque reciben miles de millones de pesos de recursos públicos, los partidos políticos arrastran deudas con bancos, gobierno, proveedores y órganos electorales por cerca de mil 300 millones, al tiempo que priva la opacidad para la entrega de datos. Bien, pero el problema no es que esas empresas políticas deban, sino que son los mexicanos quienes deben pagar, como siempre y con creces… Todos contentos, porque el tipo de cambio peso-dólar otra vez está por debajo de 20 por uno. Ahora sólo falta que llegue a 13 por uno, como al inicio del gobierno peñanietista. Ya falta menos.

Twitter: @cafevega