El futbol es un juego de contacto, pero no se vale actuar con mala intención, señala
Los técnicos deben exigir a sus dirigidos que sean prudentes, indica el ex seleccionado nacional
Quizás se requiere emplear la tecnología para sancionar con justicia, comenta
Martes 7 de marzo de 2017, p. a10
Cuando Ramón Ramírez, habilidoso zurdo ex jugador de Santos Laguna y de Chivas, desquició al novato Carlos Alberto Carrillo, éste le aplicó tan severa entrada que le fracturó la rodilla izquierda. Aquel partido Santos-América casi acaba con la carrera de uno de los jugadores más admirados del balompié mexicano.
A mí me lastimaron el 15 de diciembre de 1991
, recuerda. La fractura –que lo dejó inactivo nueve meses– le impidió ir a los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Cuando sufres una lesión no sólo te afecta en lo físico, también en lo mental. En muchas ocasiones el jugador se recupera al ciento por ciento, en otras jamás vuelve a alcanzar su mejor nivel y, las menos, ya ni siquiera regresa
, comenta.
Tras la accidentada fecha nueve de la Liga Mx, que dejó saldo de tres lesionados graves, Ramírez señala que debe aplicarse un castigo más severo al jugador mal intencionado, pero subraya: “La tarea principal corresponde al propio futbolista. Que se vuelva más responsable; debe entender que esta profesión merece respeto, y una forma de tenerlo es respetando al rival.
Eso no quiere decir que no lo choques, que no lo empujes, que dejes de entrar fuerte o le trates de ganar, porque finalmente es un juego de contacto. Todos estamos conscientes de que sufrir una lesión es un riesgo latente; sin embargo, no se vale ser mal intencionado al grado de querer lastimar, porque puedes afectar la carrera de un compañero de profesión
, expone.
“Tiene que ver la personalidad del jugador, la calentura del partido, algo que te hace perder la cabeza. A veces, en el fragor del choque piensas: le voy a dar un llegue a este para ver si así le da miedillo y deja de hacer sus travesuras, sus desbordes. Eso a todos los futbolistas nos pasó por la cabeza en algún momento.
“Pero –ahora voy a defender un poco al jugador– en ese instante no se miden consecuencias; jamás piensas ‘le voy a pegar en tal zona y le voy a fracturar el tobillo, la rodilla o la tibia’; eso ocurre de forma circunstancial, aunque no deja de ser imprudente, ahí entra en juego la personalidad, la calentura y hasta la educación, y todos somos diferentes”, explica el ex seleccionado.
“Mucho ayudarían los entrenadores si exigieran al jugador: ‘Oye, yo te necesito en la cancha, no fuera (suspendido), y adentro quiero tu estabilidad emocional. A mí no me sirves así’. Sería bueno que los técnicos se hicieran el propósito, casi ley, de ser más frontales con sus dirigidos”, resalta Ramírez.
“Todos tienen que jugar un papel importante, la Comisión Disciplinaria debe aplicar castigos mucho más rigurosos para esas entradas previamente analizadas; es decir, se requiere tener ojo clínico para detectar quién fue con mala intención y a quién le ganó la imprudencia.
Porque en la cancha es inhumano captar todo lo que ocurre; al árbitro lo rebasa la misma velocidad de la jugada y no percibe la gravedad o fuerza de una entrada. No sé hasta qué punto pudiera entrar la tecnología para sancionar con justicia unos cuantos segundos después
, señala.
“Por ejemplo, donde sale lesionado Renato Ibarra, del América, parecía una falta por detrás, fuerte, pero a simple vista no para tarjeta roja; ya después vimos que era de expulsión. La televisión y la cámara lenta desnudan. Andrés Andrade no es de características defensivas, pero a veces el jugador por quedar bien con su técnico va y se barre de forma imprudente y termina haciéndole palanca a Ibarra.
“A Michael Orozco (de Xolos) se le nota que le quiere dar una ‘ablandada’ al Chucky Lozano, busca que el jugador habilidoso sienta su peso defensivo. En el caso de Rubens Sambueza se percibe el pisotón adrede” sobre Isaac Brizuela, que le causó esguince y fractura del tobillo izquierdo. El atacante del Guadalajara será operado el miércoles y queda fuera por el resto de torneo.