n un nuevo episodio de los desencuentros entre la Unión Europea (UE) y la administración del presidente Donald Trump, el Parlamento Europeo votó en favor de exigir visas a los ciudadanos estadunidenses que deseen ingresar a alguno de los 28 países que conforman el bloque. La medida, que da a la Comisión Europea –Poder Ejecutivo comunitario– dos meses para tomar las acciones legales pertinentes, responde a la falta de reciprocidad de Estados Unidos en la materia, ya que este país solicita documentos adicionales a los nacionales de Bulgaria, Chipre, Croacia, Polonia y Rumania, miembros plenos de la UE.
Aunque hace tres años que la comisión está al tanto del incumplimiento de las obligaciones de reciprocidad estadunidense, el hecho de que sólo ahora se tomen pasos hacia un endurecimiento de las relaciones trasatlánticas debe entenderse en el contexto de las desavenencias que se vienen sucediendo entre el magnate de bienes raíces y la comunidad europea a raíz de diversas declaraciones emitidas por Trump desde que se encontraba en campaña.
Dichas declaraciones comprenden, en primer lugar, lo relacionado con el Brexit, la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, votada por los ciudadanos británicos en el referendo del 23 de junio de 2016 con un saldo de 52 por ciento en favor de abandonar el bloque y 48 por ciento por permanecer en él. Cabe recordar que a principios de año Trump provocó la airada reacción verbal del presidente francés, François Hollande, al calificar la escisión británica como un gran éxito y augurar futuros desmembramientos en el proyecto de unidad política y económica del que Francia y Alemania son los mayores impulsores.
Otro frente abierto por el republicano en sus relaciones con Europa es el que atañe a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), alianza militar formada durante la guerra fría para neutralizar a las fuerzas armadas de la Unión Soviética y que tras la caída de ésta se ha mantenido y ampliado como símbolo de la unidad de Occidente ante amenazas externas reales o supuestas. Tanto antes como después de ser elegido presidente de Estados Unidos, Trump calificó de obsoleta a dicha alianza de la que forman parte 22 de los 28 miembros de la UE, lo cual ha disparado alarmas en cuanto a la seguridad de los países europeos, que desde el término de la Segunda Guerra Mundial se ha considerado garantizada por el paraguas nuclear
estadunidense.
Más allá de si el actual amago del legislativo supranacional se concreta en un endurecimiento efectivo de los requisitos de entrada para los ciudadanos de Estados Unidos, las tensiones entre nuestro vecino del norte y sus tradicionales aliados en el viejo continente constituyen un punto adicional de incertidumbre en las ya difíciles circunstancias políticas, económicas y sociales que atraviesa el mundo en su conjunto. Es deseable, pues, que el presente diferendo se resuelva en términos satisfactorios para ambas partes y que se conjure cualquier escalada innecesaria de los roces diplomáticos.