La disminución, proporcional al monto del impuesto
Viernes 24 de febrero de 2017, p. 35
El impuesto a los bebidas azucaradas es eficaz para desalentar el consumo, principalmente en los sectores de menores ingresos económicos. A pesar de que es un gravamen modesto –un peso por litro–, en 2014 las ventas se redujeron 5.5 por ciento en promedio en el país. En 2015 el descenso llegó a 9.7 por ciento, reveló una investigación del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP).
El estudio se realizó en colaboración con la Universidad de Carolina del Norte, Estados Unidos, y ayer Juan Rivera Dommarco, director del INSP, comentó sobre los resultados. Destacó el beneficio que este cambio de hábitos tendrá en la salud de las personas, porque en 10 años se evitarían 189 mil nuevos casos de diabetes.
La cifra podría ser mayor si el monto del gravamen fuera más alto, al menos como recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) de dos pesos por litro, es decir, 20 por ciento del precio final de las bebidas, indicó el especialista.
En conferencia de prensa, la primera que da como director del INSP, Rivera Dommarco explicó que el promedio de la disminución en la compra de refrescos en los dos años fue de 7.6 por ciento, lo que equivale a que se dejaron de consumir 5.1 litros por persona al año.
En tanto, la adquisición de bebidas exentas del impuesto, agua embotellada, por ejemplo, aumentó 2.1 por ciento, lo que equivale a 6.6 litros por persona al año. Explicó que este es el dato medible. Otra parte del consumo de bebidas sin azúcar añadida es el que se realiza en los hogares, pero es claro que si la familia deja de comprar refrescos tiene que consumir agua simple o de frutas.
El especialista recordó que los mexicanos toman, en promedio, 150 litros de refrescos por persona al año, por lo que la disminución en el consumo observada es proporcional al monto del impuesto. El principal problema del elevado consumo es su incidencia en problemas como sobrepeso, obesidad y diabetes.
Los lineamientos de la OMS indican que los azúcares añadidos en bebidas y alimentos debería representar 10 por ciento, en el límite máximo, de la dieta diaria. En México ese porcentaje es de 12.5 por ciento y la mayor parte (70 por ciento) proviene de los refrescos.
Lo más grave, indicó Rivera, es que en México, desde edades tempranas se rebasa y con mucho la recomendación internacional. Para 60.2 por ciento de los niños de 1 a 4 años de edad, los azúcares añadidos representan más de 10 por ciento de su consumo diario de calorías. Lo mismo ocurre en 70 por ciento de los adolescentes de 12 a 19 años y en 64 por ciento de la población adulta.
Puntualizó que el impuesto es una de las diversas medidas incluidas en la Estrategia Nacional para el control del sobrepeso, obesidad y diabetes y que todas, en conjunto contribuirán a abatir estos padecimientos.
Comentó que la información que genera el INSP está disponible para las autoridades y tomadores de decisiones. Es información útil para el diseño de la política pública, indicó, y en específico para sustentar con evidencia la importancia de aumentar el impuesto. Después de tres años, en que no ha sido actualizado, ya ha perdido valor en términos del impacto económico, dijo.