Opinión
Ver día anteriorMartes 14 de febrero de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

Sobre el caso Torruco

El motivo de la decisión

Aplicar el mismo rasero

N

adie en sano juicio, ni siquiera el renunciado, puede decir que la decisión del jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, haya sido injusta al pedir la dimisión a quien había sido su secretario de Turismo, debido a su actividad en favor de Andrés Manuel López Obrador, quien teóricamente sería su opositor en un eventual enfrentamiento por la Presidencia de la República.

Llama la atención, no obstante, que los argumentos ofrecidos para deshacerse del funcionario se aplicaran hasta ahora. La acusación en contra de Miguel Torruco, ahora ex secretario de Turismo, tuvo como base la desatención que este pudiera tener de sus funciones para cumplir con las tareas que le exige su militancia en el proyecto de López Obrador; sin embargo, el hecho y el dicho no parecen estar de acuerdo.

Eso porque todos, imaginamos que también el jefe de Gobierno, sabíamos de las preferencias políticas de Torruco y de su labor en consecuencia, cosa que el mismo Torruco nunca negó, pero retirarlo del gabinete se da hasta ahora y por ello se coloca a Yeidckol Polevnsky, secretaria general de Morena, quien proporcionó la información, como una especie de delatora. Su dicho público es el que obliga a Mancera a despedir a Torruco.

Si fuera sólo por su actividad política, distraída de los quehaceres a que obliga el puesto, Mancera se habrá metido en un brete. Algunos de los miembros de su gabinete se han metido de cabeza en promoverse para alcanzar una candidatura en la próxima campaña política por la Ciudad de México.

Así, Patricia Mercado, actual secretaria de Gobierno, y Salomón Chertorivski, titular de Desarrollo Económico, son los dos miembros de su equipo de trabajo empeñados en una inconfesable campaña que busca colocarlos en el lugar apropiado para contender. La señora Mercado incluso hace promesas a organizaciones de trabajadores muy poco serias, con tal de que en un futuro cercano la apoyen. Y qué decir de Cherto, el hombre que no da paso sin huarache; es decir, no hace nada que no sea llevar agua a su molino.

Si la idea del jefe de Gobierno es evitar que las cosas de campaña impidan el desempeño eficiente de su gente en el gabinete, ya sería hora de que la señora Mercado y el propio Cherto presentaran sus renuncias, antes de que se las pidan, y en bien de la política de Mancera, que sería muy cuestionado en caso de que no siguiera con ellos el mismo procedimiento que con Torruco.

Y ya que tocamos el asunto de los precandidatos, extraña que Alejandra Barrales, la jefa política del PRD nacional, esté tan callada, como si no quisiera que la consideraran como parte de los contendientes, cosa que no pasa con Manuel Granados, que sin asomar la cabeza sigue en la labor constante con su programa El abogado en tu casa, que la gente tiene muy bien ubicado.

En el PAN ya se empezaron a comer las uñas porque Santiago Creel quiere, por segunda vez, la candidatura para la jefatura de Gobierno, y hay quienes no lo aceptan. Y en el PRI las cosas van de mal en peor. Los analistas internos ya predicen un desastre; hay quien habla de una caída hasta el fondo, allá donde desaparece el registro, cosa que entre la militancia no tiene crédito, pero todo dependerá del nombre de la o el candidato. Pero una cosa es segura: el pre 2018 ya está contando y el 2017 ya se fue. Qué cosa.

De pasadita

El fin de semana pasado rindió su informe de labores el delegado de Venustiano Carranza, y para escucharlo estuvieron presentes la jefa política del PRD, Alejandra Barrales; la senadora Dolores Padierna; Julio César Moreno, hermano del actual delegado; Manuel Granados, y otros importantes militantes del sol azteca. Fue notoria la asusencia de Raúl Flores, quien dirige los destinos amarillos en la ciudad.

Como en la liturgia perredista, casi todos hicieron uso de la palabra y se volcaron en elogios hacia el trabajo de ese partido en la delegación, pero nadie se acordó de Miguel Ángel Mancera en sus peroratas. Será cierto aquello de que ¿en política no hay olvidos sino malas intenciones?