El día después (de las marchas)
Criminales
deportados
Peña: no excesivamente mal
Mexicali: reprimen a activistas
espués de la calma siguió la tempestad, es decir, Trump continuó con su paso devastador después del domingo de las marchas, en que política y socialmente no pasó mayor cosa que la comprobación de que la sociedad mexicana ya no puede ser manejada fácilmente por convocantes con doble agenda.
La tempestad siguió adelante con centenares de detenidos en Estados Unidos en curso de ser deportados, en un claro proceso de demonización de los mexicanos, tachados a rajatabla como criminales, así sus faltas consistieran en violaciones a las leyes migratorias correspondientes.
Es decir, Trump ha seguido haciendo lo que prometió y lo que considera benéfico para los estrictos intereses de su país, mientras en México Enrique Peña Nieto sigue sin hacer más que declaraciones optimistas (que no hay crisis económica, enfatizó ayer en un acto público, y pidió a beneficiarios del programa asistencial Prospera que no se dejen guiar por aquellas voces que nos quieren condenar a que estamos excesivamente mal
) y su secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, se alista para explicar a legisladores federales las razones de su troyano comportamiento.
Por ello es que la convocatoria y el enfoque de las marchas dominicales era de preverse como insuficiente, errado, distractor e incluso cómplice (ha de insistirse en que estos adjetivos se refieren a quienes convocaron y suministraron ese enfoque, no a los ciudadanos que de buena voluntad marcharon el domingo y es de desearse que lo sigan haciendo). Trump avanzará en el cumplimiento de lo que anunció como candidato, mientras Peña (quien no sólo no ha cumplido sus promesas de campaña, sino que tiene a estas alturas una cuenta política altamente deficitaria, en quiebra) sigue pasmado, atenido a la esperanza de algún milagro político, inerme (él, y con él, todo el país) ante el ataque diario, consistente, implacable, del depredador con pelambre rubia.
Las exigencias de los mexicanos, pues, deberían haberse hecho el domingo de manera central y concentrada respecto de tal conducta dañina del ocupante de Los Pinos. Es él quien no está haciendo nada o, planteado de otra manera, quien está permitiendo que sigan adelante, sin contraofensiva inteligente y eficaz, los planes del adversario extranjero. Pretender “cambiar“ o condicionar
al foráneo, sin cambiar ni condicionar al local, fue a todas luces un enfoque errado, susceptible de aprovechamiento político por parte del propio grupo en el poder, impulsor de campañas de patrioterismo acrítico, mediante el uso de la bandera o el escudo nacionales como muestra de una unidad
forzada.
Con estos resultados a la vista, quienes convocaron y delinearon la pasada marcha bien podrían retomar la iniciativa marchista y adecuarla a las circunstancias hoy tan evidentes: lo que en este país se necesita es manifestación y presión para que el ocupante de la silla presidencial deje su más que sospechosa modorra y su canciller sea despedido, pues ambos no están haciendo lo que se necesita para la defensa real de la nación. Ha de insistirse: no es solamente Trump sino, sobre todo, Peña. ¿Convocarán, los convocantes, a otra marcha, ésta expresamente contra el mal gobierno mexicano?
A todo vapor avanza el proceso legislativo acordado entre élites partidistas para aprobar la ley de seguridad interior. Priístas, panistas y sus partidos satélites, en meses anteriores aseguraron a los secretarios de la Defensa Nacional y de la Marina que cerrarían filas para apoyar las exigencias (chantajistas, incluso) de que se les dote de un marco legal
adecuado, para ya no seguir actuando como lo han hecho hasta ahora, fuera de la ley (si estuvieran dentro de ella, no necesitarían los cambios solicitados).
La premura de los representantes populares
para dar el visto bueno a la citada ley de seguridad interior tiene como reciente telón de fondo el abatimiento
de civiles y presuntos narcotraficantes en Tepic, Nayarit, en un episodio de letalidad aparatosa que incluyó el uso de un helicóptero de la Marina. Como en otros episodios de esta administración federal, los hechos de Tepic tienen tufo a ejecución. Ante ello, el secretario de Marina, Vidal Francisco Soberón Sanz, explicó que el helicóptero artillado Black Hawk UH-60 solamente hizo fuego durante siete segundos contra atacantes que tenían una colocación de privilegio, en lo alto de una construcción, desde la que disparaban contra los marinos. La explicación del almirante Soberón asegura que solamente se buscaba, con ese fuego intenso y concentrado (un video muestra el sobrecogedor trazo luminoso proveniente de una nave en vuelo), que los presuntos delincuentes se retiraran de la azotea que controlaban, y que no recibieron ni una herida, menos la muerte, en ese ataque aéreo, sino después, en otros momentos del enfrentamiento.
En Mexicali, los panistas Gustavo Sánchez Vázquez y Francisco Vega de Lamadrid (presidente municipal de Mexicali y gobernador de Baja California, respectivamente) decidieron actuar represivamente contra activistas que forman parte de un amplio y sostenido movimiento de rechazo al gasolinazo nacional pero, en especial, contra las varias medidas tomadas por esos gobernantes en detrimento del interés popular.
Trece personas fueron aprehendidas violentamente (10 hombres y tres mujeres) bajo la acusación de haber cometido sabotaje y ultrajes a la autoridad y están en proceso de declarar ante la correspondiente agencia del Ministerio Público y luego, tal vez, ser consignadas ante un juez. El abogado defensor de los 13 detenidos, Fernando Rosales, declaró que esto es una represión directa a los ciudadanos, están vulnerando la garantía del proceso y la libertad de expresión, esto no pasaba en México. Las 13 personas detenidas están golpeadas, una autoridad no puede golpear por ningún motivo a nadie, están para cuidarlos porque son inocentes, desgraciadamente aquí cometieron abuso de autoridad
( http://goo.gl/FFSq2G ). ¡Hasta mañana!
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