Publica Sexto Piso el tomo uno de la trilogía gráfica del caricaturista sobre el personaje
Revisemos su figura para ver que es posible tener ideales y defenderlos, opina
Encarna el sempiterno parangón universal de la rebeldía juvenil
, escribe Jon Lee Anderson en el prólogo
Lunes 13 de febrero de 2017, p. 7
Revisar en estos momentos la figura de Ernesto Che Guevara (1928-1967) es importante, en especial para saber que es posible tener ideales y conservarlos a pesar de todo, afirma el caricaturista José Hernádez (CDMX, 1965) con motivo de la publicación del tomo uno de su novela gráfica dedicada a ese icono de la revolución cubana.
Servir a la revolución
Hace un año, por cuestiones editoriales, se lanzó primero el tomo dos de la trilogía titulada Che: una vida revolucionaria, basada en el libro homónimo del periodista estadunidense Jon Lee Anderson (California, 1957), considerada una de las biografías más relevantes y mejor documentadas de Guevara, publicada en 1997.
Hernández y Anderson decidieron trabajar sólo tres grandes momentos de la vida del Che: su participación en Cuba, el periodo más extenso e importante; su estancia en México y Centroamérica (libro que ahora lanza la editorial Sexto Piso, impulsora de este ambicioso proyecto), y sus últimos meses en Bolivia, incluyendo su viaje al Congo, edición que deberá estar lista antes del 9 de octubre, cuando se conmemoren 50 años del asesinato del revolucionario.
En este libro vemos a un joven y guapo médico argentino que termina las últimas 12 materias de la carrera de medicina en sólo seis meses, motivado por su deseo de cambiar al mundo.
“Con el Che vemos que es posible tener dignidad, sobre todo ante lo que sucede hoy en Estados Unidos”, reitera Hernández en entrevista.
Añade que “si tuviéramos un poco de su idealismo y dignidad la historia sería distinta. En este libro vemos al joven que busca algo que dé sentido a su vida, y primero lo encuentra en Guatemala. Ahí el Che está muy confiado en que el presidente va a enfrentar a Estados Unidos y espera que el gobierno guatemalteco dé armas a los ciudadanos para todos juntos defender la revolución y los cambios que se enfrentaron a los intereses gringos. Pero el presidente no sólo no arma a nadie, sino que renuncia.
“El Che se decepciona y es cuando conoce a Fidel en México. Algo le hace suponer que Fidel sí va a defender la revolución hasta el final. Entonces, aquí presentamos la historia antes la Historia, con mayúsculas. Es una suerte de ritual de paso del personaje, de joven médico sin claridad en sus objetivos a un hombre que servirá a la revolución.
“El Che quiere en principio ser médico para ayudar a sus seres queridos y curarse él mismo, pues padecía asma; luego sabe que desea ir a una revolución y ser el doctor. En Guatemala cree que puede ejercer esa vocación, pero luego del golpe de Estado, y de forma azarosa, llega a México, donde Castro le cambia el destino.”
En paralelo, el caricaturista de La Jornada narra el acontecer en Cuba antes de la revolución.
“Las novelas gráficas que revisé no ofrecen detalles, como el asalto al cuartel Moncada organizado por Fidel. El libro anterior consistió en dibujar a los personajes famosos que todo mundo ha visto en cientos de fotos, al clásico Che con boina, greña, barba, puro. Ahora dibujo dos personajes distintos.
“Acá el Che es un chavito con cara de niño bonito y Fidel un señor cachetón de bigotito; parece burócrata, de traje. No son los grandes revolucionarios en que se convirtieron. El tomo anterior fue dibujar a los enormes personajes del siglo XX y hacerlos cotidianos, y aquí los tomé en lo cotidiano y les di la perspectiva de que formarán parte de la historia”.
El tomo anterior de Che: una vida revolucionaria, libro dos, se agotó en un mes en España, rodeado de elogiosas reseñas. Está en preparación la versión al inglés.
Vida reveladora
Jon Lee Anderson dice en el prólogo del libro uno, que tiene por subtítulo El doctor Guevara: “Al ser sempiterno parangón universal de la rebeldía juvenil que es, el Che Guevara quizás plantea, más que otras figuras, la necesidad de volverlo a juzgar con la prismática de cada generación. Esto representa un desafío y postula una interrogante: ¿cómo explicar al Che a una juventud que, a diferencia de los que vivieron en los años 60, no pueden imaginarse empuñando un fusil para luchar por sus ideas?
“Para una generación más acostumbrada a experimentar nociones de resistencia haciendo clic en su iPhone que saliendo a la calle, la vida de Guevara –joven bien nacido que decidió luchar arma en mano para cambiar un mundo que consideraba injusto– resulta siempre reveladora: el reto consiste en saberlo narrar de una manera que provoque inquietud y reflexión en los demás”.