Domingo 12 de febrero de 2017, p. a12
Los científicos se quiebran la cabeza teorizando sobre la existencia de universos múltiples o multiversos. Tratan de probar que es factible que la realidad en que vivimos es una de las posibles y entonces la cabeza de quien trata de entender esa alternativa comienza a girar a mil revoluciones por minuto.
¿Cuántos universos existen? ¿Es posible en verdad que cada decisión que tomemos abra dos puertas de manera simultánea: una donde decimos sí y otra donde decimos no?
Si al final de cuentas dejamos que las ideas se asienten, entonces podríamos decir que la literatura no es otra cosa que un multiverso donde conviven numerosas realidades: los animales hablan, los monstruos nos visitan (todos tenemos nuestros propios demonios), podemos mirar a través de los espejos o revisitar cuentos de hadas llenos de sangre y violencia, como lo fueron antes de ser dulcificados por los Hermanos Grimm o Walt Disney.
La literatura como un sinfín de puertas y madrigueras de conejos. Los lectores somos Alicias infinitas que al pasar de las páginas entramos en diversos países de Maravilla.
Una puerta más a otro universo es La Gatomaquia, de Félix Lope de Vega, en una publicación realizada por La Dïeresis Editorial Artesanal y la Secretaría de Cultura, con prólogo de Fernando Fernández e ilustraciones de María Teresa Orozco.
Si algo tienen los libros de La Dïéresis es el cuidado que ponen en cada uno. Este proyecto editorial nació en 2009, a cargo de los escritores Anaïs Abreu y Emiliano Álvarez, quienes buscan que el libro sea también un objeto de arte.
Si bien La Gatomaquia que aquí se presenta es un libro impreso de manera industrial, la mayoría de las obras que publica La Dïéresis son artesanales y su venta es en la página ladieresiseditorial.com. Ahí puede encontrarse este título en su formato artesanal de sólo 50 ejemplares (la coedición con la Secretaría de Cultura es de mil ejemplares).
El catálogo de sello, si se permite un adjetivo, es hermoso. Las ediciones artesanales son de tiraje limitado y numerado a mano.
Otra forma de acercarse a sus libros es cuando asisten a ferias o bazares. Su página de Facebook es ladieresiseditorial/.
Regresemos a La Gatomaquia: es un poema en el que, como se puede adivinar, los personajes son gatos. Micifuf y Marramaquiz son los dos contendientes por el amor de Zapaquilda. No se vale leerlo de un tirón, para descubrir el tono burlón mejor es que el lector despacio vaya en este amor (y no sabe la divertida que uno se da).
Dejemos a los gatos, sus celos y romance, para pasar a los monstruos. Un monstruo viene a verme (Nube de Tinta/ Penguin Random House) es ooooootro de esos libros de los que se ha adueñado el cine, pero como siempre, es mejor leer el libro y después ver la película.
El autor es Patrick Ness, quien retomó una idea que la escritora Siobhan Dowd no logró concluir. Explica el autor en la nota introductoria: Este habría sido su quinto libro. Tenía los personajes, una premisa y un inicio. Lo que no tenía, desgraciadamente, era tiempo
. Dowd falleció el 21 de agosto de 2007.
Los temas son difíciles: la enfermedad, la muerte, el desapego, la verdad, y eso es una muestra más de la vitalidad de la literatura infantil y juvenil. A veces los monstruos vienen a ayudarnos, aunque quizá no de la forma en la que esperábamos.
Y si hablamos de esa vitalidad y de los multiversos es inevitable mencionar a Neil Gaiman y un libro que, literalmente, abre puertas: Neverwhere (aquí en la versión en inglés de Harper Collins, aunque disponible también en español publicada por Roca Editorial), y donde Gaiman nos lleva a un Londres subterráneo de la mano de Richard Mayhew y Puerta: una ciudad de monstruos, criminales, ángeles, donde existe una realidad que pocos adivinamos y donde la muerte acecha en cada puerta. Porque eso pasa con los buenos libros: uno se convierte en el héroe o el asesino, se identifica con los malos y con los buenos, porque sólo así podemos abrir las diferentes ventanas, puertas, grietas, y seguir a los conejos sin importar los peligros, los retos, los demonios.
Los buenos libros, las puertas construidas de forma maravillosa, hacen eso: enfrentarnos a nuestros diablos internos, encontrar respuestas que hace mucho buscamos, e incluso contestar preguntas que jamás nos hemos hecho.
Eso pasa de cierta manera con Materia oscura, de Blake Crouch (Océano), donde el científico Jason Dessen abandona sus sueños de grandeza para vivir con Daniela y su hijo Charlie, pero en otra realidad, en otro universo, el mismo Jason toma otra decisión: no continúa su relación con Daniela y se convierte en un científico ganador de premios con la ambición de demostrar que existe el multiverso: un universo alterno con una realidad semejante, sujeta a las mismas leyes de la física y ahí es donde las cosas se complican.
Este libro, por supuesto, no va recomendado para quienes sufren ataques de ansiedad.