Sao Paulo.

El estado brasileño de Espíritu Santo entregó las tareas de seguridad al ejército, en su internto por resolver una crisis policial que ha derivado en una ola de violencia con saldo de al menos 100 muertos.

La violencia en Vitoria, la capital, y otras ciudades del estado estalló luego de que familiares y amigos de agentes de la policía militar bloquearon sus cuarteles durante el fin de semana en demanda de aumentos salariales.

La policía militar patrulla las principales ciudades del país y por ley tiene prohibido declararse en huelga.

La ausencia de patrullas derivó inmediatamente en una escalada de agresiones, asaltos y asesinatos en las calles de este estado, ubicado 500 kilómetros al norte de Río de Janeiro.

Aunque las autoridades no han dado una cifra oficial, el sindicato local de la policía civil informó de 101 muertes violentas en la entidad entre el sábado y este jueves.

El gobierno del estado, por su parte, hizo un llamado para que la población done sangre porque las reservas fueron reducidas al mínimo en estos últimos días.

En otro foco de tensión en Brasil, continuaron las protestas Río de Janeiro, donde el gobierno estatal, que se encuentra al borde de la quiebra, dejó de pagar a sus funcionarios desde hace meses.

Tres policías resultaron heridos durante las manifestaciones de rechazo al debate parlamentario sobre la venta de la Compañía Estatal de Aguas y Aguas Residuales.

Contemplada en un proyecto de ley, la venta es parte de la condición para el plan de recuperación fiscal de Río de Janeiro, negociado con el Ministerio de Finanzas del gobierno del presidente derechista Michel Temer.

Los manifestantes salieron a las calles además para repudiar el paquete de medidas fiscales con las cuales el gobierno carioca pretende paliar la crisis económica del estado.

La protesta fue reprimida con gas lacrimógeno y encapuchados prendieron fuegos artificiales y lanzaron cocteles molotov a las fuerzas de seguridad.