Amigos, alumnos y lectores despiden al autor de Heridas sin sutura y Un hilito de sangre
Descubrir la poesía significa una luz que de pronto se enciende en una habitación a oscuras, celebraba
Siempre fue adepto de tocar el corazón de la cultura universal
dedicada a escuchar música, cabal y rotundamente. En los años recientes, el autor desarrollaba un proyecto en InternetFoto Eduardo Lazo/ Correo del Libro
Jueves 9 de febrero de 2017, p. 5
El escritor Eusebio Ruvalcaba, quien falleció este martes a la edad de 66 años, fue despedido ayer con muestras de cariño de amigos, alumnos y lectores en la agencia funeraria García López, en el sur de la Ciudad de México.
Soy un escritor de segunda, que oye música, que hace muchas cosas mucho más fundamentales que leer o escribir. Soy un escritor que vivo, por encima de un escritor que lee o un lector que escribe
, afirmó en entrevista efectuada en 2008.
“La carrera de un escritor –dijo– arranca aun antes de nacer; con la carga que toda persona tiene, y que para que devenga en letras, en lenguaje, en palabra escrita, intervienen muchos azares del destino. No creo que haya escritores por voluntad propia, más bien, el escritor es un individuo que está contra la pared y de ahí deviene su trabajo literario”.
En los años recientes sostenía el proyecto en Internet: https://eusebioruvalcaba.wordpress.com, donde publicaba cuentos, poemas, aforismos y ensayos, entre otros temas. Ahí se describió “dedicado a escuchar música. Cabal y rotundamente. Pese a que ha publicado ciertos títulos (…), pese a que se gana la vida coordinando talleres de creación literaria y escribiendo en diarios y revistas, él dice que vino al mundo a escuchar música. Y a hablar sobre música”.
Ruvalcaba (Ciudad de México, 1951) indicó que su incursión en la literatura ocurrió cuando tenía 25 años, mientras estudiaba historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. “Lo único que tenía claro es que vivía cada día como si fuera el último. Y de pronto mi padre murió; y esa fue una de las razones más poderosas que me impulsaron a escribir. También me clavé, me enamoré gacho, muy fuerte.
Simultáneamente, tenía un maestro en la facultad, el poeta Enrique González Rojo. Él me invitó a una lectura de sus poemas. Cuando lo escuché, descubrí la poesía, que para mí significó como una luz que de pronto se enciende en una habitación a oscuras. A partir de ese momento me vi impelido a escribir.
Eusebio Ruvalcaba es autor de más de 50 libros, como Heridas sin sutura; Higinio Ruvalcaba, violinista: una aproximación; ¿Nunca te amarraron las manos de chiquito?; Jueves santo, Amaranta o el corazón de la noche, Las cuarentonas; Un hilito de sangre, Lo que tú necesitas es tener una bicicleta, Banquete de gusanos y Temor de Dios, así como los poemarios En la dulce lejanía del cuerpo, Con olor a Mozart, El frágil latido de un hombre y Poemas de un oficinista.
Por su trabajo literario obtuvo distinciones como el Premio de Cuento El Nacional 1977, por Antisonata; los galardones nacionales Agustín Yáñez 1991 para primera novela por Un hilito de sangre; el de Cuento San Luis Potosí 1992, por Jueves santo, y el Internacional de Cuento Charles Bukowski 2004.
El autor de El brindis destacaba que la literatura te permite gozar cuestiones inimaginables, adentrarte en ti mismo y aprender del mundo y de ti mismo. Te obliga a reflexionar sobre el horizonte, sobre el bosque que uno tiene adentro. La literatura te alumbra el interior y te ayuda a resistir la siguiente jornada. Una hora más de vida
.
Entre sus autores favoritos reconocía a “Dostoievski, Turgueniev y Tolstoi, que ven el dolor y nos lo devuelven de un modo sublime. También los narradores estadunidenses del siglo XX, ahí están los grandes maestros: William Styron, Salinger, Raymond Carver, que desmenuzan la tragedia de la vida cotidiana; algunos llegan en esto hasta las últimas consecuencias, como James Baldwin. Y que frente a un país tan poderoso es donde existe la catástrofe de la existencia cotidiana más terrible, más devastadora.
“Fui criado –añadía el escritor– en un ambiente cultural cosmopolita, donde se tocaba y se hacía música, lo mismo de compositores y músicos rusos, estadunidenses, alemanes o franceses. Siempre he sido adepto de tocar el corazón de la cultura universal: el pensamiento chino, el haiku japonés; siempre he estado abierto a cualquier manifestación humana”.