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Toros

Triunfan Ponce, Morante y El Juli con el noblote toro artista; la bravura, derrotada

Apoteosis de docilidad repetidora en las corridas del 71 aniversario de la Plaza México

Zotoluco, despedida por la culata

Luis David Adame, gran porvenir torero

Anticarteles

Foto
A José Antonio Morante de la Puebla y El Juli les concedieron dos orejas y una vuelta al ruedoFoto Cuartoscuro.com
 
Periódico La Jornada
Lunes 6 de febrero de 2017, p. a35

Mientras entendemos y ponemos en práctica la alarmada recomendación presidencial de consumir lo hecho en México, ya tenemos seca la garganta de tanto gritar ole al toreo universal, es decir, a las figuras españolas que frente al toro artista mexicano nos descubren la grandeza de la tauromaquia melódica y rítmica frente al toro obediente y repetidor, que si no cumple en varas, en cambio acude a la muleta en cámara lenta y con franciscana bondad, en esa fiesta breve más que brava en la que el encuentro arriesgado entre toro y torero se ha sustituido por la estética comodona carente de dramatismo pero sobrada de posturismo. Salvo dos toros, los otros 11 apenas recibieron un pujalo puyazo fugaz en forma de ojal.

Difícil, consumir lo hecho en México

Para conmemorar el 71 aniversario de la Monumental Plaza de Toros México, la nueva empresa de la misma ofreció dos carteles, por lo menos desatinados: el sábado 4, la despedida de los ruedos de Eulalio López Zotoluco, mano a mano con el valenciano Enrique Ponce y toros de Fernando de la Mora; ayer domingo, saltándose de nuevo el reglamento que prohíbe exceder 50 por ciento de alternantes extranjeros, el sevillano José Antonio Morante de la Puebla y el madrileño Julián López El Juli para la confirmación de alternativa del hidrocálido Luis David Adame –19 años, cuatro meses de matador y tres corridas toreadas–, con un encierro de Teófilo Gómez. Hubo media entrada en la primera y más de media en la segunda, prueba de que en materia taurina consumir lo hecho en México es difícil, y más cuando el empresariado prefiere importar toreros con imán de taquilla que producirlos.

Por la culata le salió a Zotoluco su despedida, ya que el mejor lote se lo llevó su alternante, consentido de la anterior empresa y de la plaza, quien bordó primero al dócil Venadito con su lucido repertorio muletero, por lo que el juez Enrique Braun le concedió dos orejas, y luego a Tumbamuros, al que el citado juez pasó con dos pares de banderillas, a petición de Ponce, que volvió a torear de salón a otra hermana de la caridad. Despliegue de tersura del diestro y de ternura del burel, sólo empañadas por cinco pinchazos y dos avisos. Afanoso, más que templado, estuvo Eulalio con su segundo, Voy y vuelvo, al que despachó de entera y le cortó la oreja. Sus otros dos fueron sosos y deslucidos. Un buen puyazo dejó Nacho Meléndez la tarde de su despedida y un gran par, otro más, clavó Christian Sánchez, citando y esperando la lenta embestida.

Ayer, el entusiasmo alcanzó niveles delirantes y tras cantar el público el Himno Nacional, Luis David Adame, mal cerrada la cornada que recién sufrió en León, se enfrentó a Cántabro, al que recibió con suaves lances, una media de ensueño y un manguerazo, como si trajera 300 y no tres corridas. Llevó muy bien el toro al caballo y quitó por templadas zapopinas; empezó en los medios con tres cambiados por la espalda y toreó con temple y precisa colocación por ambos lados a un soso repetidor, al que se pasó en ceñidas bernadinas.

Dejó un pinchazo hondo y un descabello, pero aquel despliegue de precoz madurez torera le pasó de noche al mitotero público. Poco juego tuvo su deslucido y débil segundo, por lo que decidió regalar un toro, ahora de Fernando de la Mora, que acabó rajándose, y al que toreó bellamente de capa y muleteó con una solvencia y un sentido de la lidia que hacen vislumbrar en Luis David a una figura a corto plazo.

Morante y López torearon de salón ante sendos toros de la ilusión, bondadosos y obedientes, por lo que el eufórico juez Jorge Ramos les otorgó dos orejas a cada uno y hasta inmerecida vuelta al ruedo, entre pitos, a los despojos del segundo de El Juli. Bien bonito, de veras.