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Los de Abajo

Tragedia ignorada

R

onda el hambre en la Montaña de Guerrero. Han transcurrido más de tres años del paso de los huracanes Ingrid y Manuel y la tragedia no termina. La población organizada en el Consejo de Comunidades Damnificadas de la Montaña (CCDM) está desesperada por el olvido de las autoridades, por las promesas no cumplidas, por la tardanza en la entrega de los alimentos que los ayuden a sobrevivir la falta de cosechas. Maíz, es lo que se necesita, y de ahí el nombre de la campaña Para Que Llueva Maíz en la Montaña.

El Centro de Derechos Humanos de La Montaña Tlachinollan, acompañante de los pueblos damnificados por el tormenta, explica que luego del paso de los huracanes, las comunidades de la región, que de por sobreviven con los índices más altos de marginación en el país, quedaron destruidas y sin abasto de granos para alimentar a las familias.

Apenas unos días después del huracán Ingrid, y ante el olvido de las autoridades locales y federales, se conformó (el 22 de septiembre de 2013) el Consejo de Damnificados, primero que nada para definir prioridades de atención a la emergencia y el proceso de reconstrucción. Me’phaa, nauas, na savi y mestizos de 186 comunidades de 13 municipios de la Montaña unieron sus reclamos en una sola voz que volverá a ser escuchada el próximo 6 de febrero, en el marco de una nueva movilización en Tlapa, pues después de más de 40 meses las necesidades no han sido resueltas.

El CCDM y Tlachinollan denuncian una crisis alimentaria y la falta de respuesta de los tres niveles de gobierno. La burla, el desprecio, el olvido y la falta de respeto a las comunidades y los pueblos indígenas de la Montaña los convocan. Abastecimiento urgente de alimento es el eje articulador.

En Guerrero, como en el resto del país, el problema no son las contingencias ambientales, sino la falta de una política de protección civil, la nula información y, luego del desastre, el uso político de la ayuda humanitaria, la corrupción, el condicionamiento que se une a la discriminación frente a una población desprotegida.

Advierten las comunidades damnificadas que la crisis no ha sido ni entendida ni atendida por las autoridades, quienes se empeñan en invertir en programas que no impactan directamente en el mejoramiento nutricional, pues prefieren gastar los recursos en los comedores comunitarios, cuyo funcionamiento y oferta alimenticia no responde al contexto sociocultural de los pueblos. Además, advierten, estos programas llegan de la mano del ejército con el fin de continuar con la militarización de la región.