Bordoneo
o es para perdurar que el arte nace, sino que el arte nace de la perduración.
Dime esa nada que dices que te impide decir nada.
Torcido no es estilizado, acumulación no es riqueza, burdo no es pobre… Etcétera.
No hay –verdad de Perogrullo– textos anónimos, sólo autorías (individuales, colectivas) invisibles. De esas autorías, de esas personas, el Espíritu subsiste, persevera, comunica.
A veces el puro borrón es la cuenta nueva.
–Riegas los cactus de más –se quejó. –Y sí –dijo el otro–, pero no reconoces que eres uno de ellos.
Una espontaneidad estructurada.
A ese que habla le tiemblan las palabras, pero no le tiembla, en modo alguno, el hablar.
Frescura, rigor, atento abandono y acción contemplativa; buen trabajo –descansa.
La poesía popular suele estar conectada a –y en muchos casos nada más nacer de– la música. La culta, que también puede estarlo y asimismo de la música nacer, tiende a ser palabra de escritor. En nuestros días, en México, la letra de la canción contemporánea de autor, derivada lo mismo del rock que de la trova que del canto nuevo que de vario folclor, navega por lo general entre ambos bandos sin decidirse, como muy probablemente debe ser, por ninguno. Mas hacer consciencia de ello pudiera ganarle alguna más precisa dirección, desbaratar impertinentes titubeos y situarla, independiente de la tonada y sin nostalgia de ésta, por sí misma valiosa pero no vanidosa, en el llano papel.
Ya somos lo que somos (lo que queríamos ser); ahora debemos ganarnos la sensación –correcta, justa, ineluctable– de que lo somos. Recomenzar.
¡Cómo la danza de la lengua se vuelve palabras –que el cuerpo hablante danza!
¿He hablado alguna vez del oído que se oye oír cómo es oído?
La palabra nombra. La poesía nombra el nombrar.
Uno corrige con la ilusión de alguna vez no corregir, pero nunca con la ilusión de alguna vez ya no corregir.