Deuda: 4 billones más
A intereses, 40 por ciento
Equivale a 50% del PIB
nte el vertiginoso crecimiento de la deuda pública federal, la pregunta permanente ha sido: ¿dónde quedaron y para qué se utilizaron los voluminosos recursos provenientes de tal dinámica? Las únicas respuestas oficiales, por llamarlas así, han sido que es administrable
el cada día más pesado fardo que el gobierno ha cargado en la espalda de los mexicanos y, desde luego, que tal endeudamiento resulta menor al de otros países
. El hecho, sin embargo, es que a estas alturas el débito por habitante ronda los 78 mil pesos, cerca de 700 por ciento más que al comienzo del nuevo siglo.
En el sexenio del cambio
Vicente Fox aumentó 50 por ciento el saldo de la deuda pública federal que recibió de Ernesto Zedillo; Felipe Calderón lo incrementó 88 por ciento, y Enrique Peña Nieto, hasta ahora, la ha hecho crecer 75 por ciento (4 billones de pesos en números cerrados, a razón promedio de un billón anual, sólo con EPN). En esos tres sexenios dicho débito pasó de representar alrededor de 30 por ciento del producto interno bruto a poco más de 50 por ciento, es decir, un avance de 20 puntos porcentuales del PIB.
La versión oficial difícilmente se aparta del libreto (es administrable
y resulta menor al de otros países
), pero en un hecho casi mágico el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, (quien también ocupó esa posición con Felipe Calderón) por primera vez hizo un intento por explicar
las razones del vertiginoso crecimiento de la deuda pública en los primeros cuatro años de Enrique Peña Nieto, es decir de los cerca de 4 billones de pesos que a ciencia cierta nadie –salvo los conocedores de los laberintos del gasto público– sabe dónde fueron a parar.
En uno de los medios oficiales, el del Teacher, José Antonio Meade lo detalló así (se respeta la sintaxis): con Peña Nieto “la deuda pasó de 38 a 50 por ciento del producto interno bruto. Y el crecimiento se dio por varias dos razones: una, ciertamente de manera intencional, se buscó acompañar la entrada en vigor de las reformas con un estímulo adicional del gobierno para preservar el crecimiento en un entorno donde el mundo crecía poco… Eso explica una parte del crecimiento.
“Otra parte del crecimiento lo explica el tipo de cambio… Una parte adicional lo que desde el gobierno se ha tenido que apoyar a Pemex y CFE para mejorar su balance. Y un último elemento el hecho que México y el mundo ha crecido menos de lo que quisiéramos, menos de lo que necesitamos, y eso se traduce en que el mismo nivel de deuda hoy como porcentaje del PIB se haya incrementado”. Eso sí, no olvidó el libreto: “es manejable y pensamos que el año que terminó cumplimos con el objetivo de déficit que nos habíamos planteado, y el paquete económico de este año nos obliga a regresar a un superávit primario… eso quiere decir que dejemos de salir a endeudarnos para pagar intereses. Lo vamos a alcanzar”.
Pues bien, de acuerdo con las cifras de la propia Secretaría de Hacienda, a lo largo del sexenio peñanietista (hasta noviembre de 2016, el más reciente dato oficial) el saldo de la deuda del sector público federal superó los 9.3 billones de pesos (millones de millones), 4 billones adicionales a los reportados en diciembre de 2016.
Cuatro billones que oficialmente se destinaron a acompañar
a las reformas
, estimular
el crecimiento económico, y apoyar el balance
de Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad. A eso, pues, se destinaron los dineros del endeudamiento.
Visto así, por arribita, sería loable el manejo de la deuda y el creciente endeudamiento. Todo para el desarrollo nacional (versión oficial), pero a la hora de desmenuzar las cifras brinca un elemento fundamental no mencionado por el titular de Hacienda: el impresionante pago de intereses, algo que ni lejanamente contribuyó a mejorar el panorama. Por el contrario.
El registro de Hacienda revela que en esos cuatro años, los de EPN, el gobierno federal pagó cerca de un billón 600 mil millones de pesos sólo por intereses de la deuda, y el saldo de ésta se mantiene al alza. Dicho monto resulta ocho veces superior al tan cacareado subsidio a la gasolina, que se tendría que asumir si no se aumentan los precios de los combustibles
. Hay que agregar 60 mil millones de pesos amortización de capital, comisiones y gastos
.
Lo anterior revela que de los 4 billones de pesos que el gobierno peñanietista (por cortesía de Luis Videgaray) sumó al saldo de la deuda del sector público, alrededor de 40 por ciento se destinó al pago de intereses, mientras el débito seguía creciendo. Así, por cada peso de nueva deuda, cerca de 40 centavos se utilizaron para cubrir los intereses.
Por ninguna parte se ve cómo la política de endeudamiento estimuló
el crecimiento del país, toda vez que el avance
de la economía en tiempos peñanietistas ha sido igual de raquítico que en los sexenios previos. De hecho, la estimación –hasta ahora– es que, si bien va, el gobierno de EPN registre una tasa anual promedio de crecimiento
no mayor a 1.9 por ciento, igual a la reportada por su antecesor, Felipe Calderón (otro que en su momento prometió no endeudar más
a los mexicanos, porque “él sabe cómo hacerlo), o lo que es lo mismo el peor en 34 años, sólo por abajo del reportado por Miguel de la Madrid.
Y por lo que hace a las ahora empresas productivas del Estado (apoyar el balance
, dijo Meade) en los hechos a Pemex el gobierno federal le ha succionado hasta la última gota y la ha endeudado hasta más no poder, amén de que en dos ocasiones le recortó su presupuesto, y en una proporción alarmante. Entonces, se agradece el intento del secretario de Hacienda, pero la verdad sobre el manejo de la deuda pública sigue oculta, mientras el saldo del débito no deja de crecer y la economía de caer, junto con el bienestar de los mexicanos.
El mega gasolinazo ha provocado la furia de los mexicanos, porque el golpe fue resentido de inmediato y es visible. De allí la reacción. Pero el efecto de la deuda es silencioso, pero contundente, y los ciudadanos parecen no tener registro de ello, con todo y que la pagan con creces y no sólo con dinero, sino con falta de crecimiento y de bienestar. De desarrollo, pues.
Las rebanadas del pastel
Tan bonito que les había quedado el clúster
automotriz mexicano
(en el que las trasnacionales se sentían en el paraíso por las generosas concesiones y obsequios gubernamentales), y todo para que con un simple manotazo de Donald Trump todas las empresas estadunidenses anuncien que se van del país… Y el dolarito se vende hasta en 22.05. Sólo faltan dos días.
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