Investigadores universitarios sugieren el impulso de nuevas políticas públicas para afrontar la relación actual con Estados Unidos, tanto en el tema migratorio como el comercial.

En el tránsito de personas debemos estar preparados para enfrentar este desafío, dijo Gustavo Vega, especialista en esta relación bilateral e investigador de El Colegio de México.

Hizo mención sobre el alto número de deportados mexicanos durante la administración de Barak Obama (2008-2016) y la necesidad de reintegrarlos aquí. Igualmente, con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos el futuro de los jóvenes estudiantes indocumentados (dreamers) y para sus padres aún no está claro.

Adicionalmente, la política migratoria del vecino país se ha descentralizado, al llevarla al nivel de normas estatales.

Debemos esperar a ver qué sucede cuando Trump tome el poder y actúen todos los controles del sistema político, que incluso ya empezamos a ver, cuando él insiste en el muro, pero su candidato al Departamento de Seguridad Interior, John Kelly, afirma que no servirá para nada, dijo.

En cuanto a la industria automotriz, México tiene una excelente infraestructura; cuenta con incentivos del Estado, además de sostener acuerdos bilaterales y multilaterales con 44 países, lo que ha facilitado a los fabricantes el acceso a la mitad del mercado automovilístico mundial libre de aranceles.

Por ello no creo que empresas trasnacionales estén dispuestos a cancelar sus inversiones y destruir la cadena de producción, distribución y comercialización, básica para la globalización e integración de países en bloques regionales de industria y comercio, señaló Angelina Gutiérrez, del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

La posición geográfica de México, los bajos costos laborales y de operación, además de su apertura y desregulación, lo convierten en el séptimo productor de vehículos en el orbe y primero en América Latina. Es el cuarto exportador de autos y el quinto fabricante de autopartes.

De cerrarse esta cadena internacional de producción, de la cual forma parte México, estas ventajas se perderían y se destruiría el vínculo de producción y servicios tanto en países desarrollados como subdesarrollados.

En este escenario, indicó la experta, las empresas negociarán para seguir con esta dinámica, de continuar en territorios que les ofrecen mejor rentabilidad y mercados para las ventas.