Cerca de 13 millones de mexicanos –17 por ciento de la población adulta del país– recurren al empeño como fuente de financiamiento y, de acuerdo con un estudio, 65 por ciento de ellos tiene ingresos inferiores a 5 mil pesos mensuales, sólo tres de cada 10 cuenta con seguridad social y poco menos de la mitad tiene cuenta en algún banco.

De acuerdo con investigadores de la Universidad Iberoamericana que realizan el estudio Las casas de empeño en México, puede observarse que los usuarios no son sólo trabajadores informales o sin acceso al servicio financiero formal.

Con un préstamo promedio de mil 600 pesos, la cartera de préstamos es equivalente a 5 por ciento de la cartera de crédito al consumo del sistema bancario.

Los investigadores encontraron que para obtener el dinero que les permitirá afrontar una urgencia, una importante fracción de los mexicanos se financia con préstamos familiares como primera opción y por medio de las casas de empeño como segunda fuente de financiamiento.

Los artículos más llevados a los servicios prendarios son las joyas, particularmente de oro, por las cuales las casas de empeño prestan por lo general 80 por ciento de su valor, y son las más fáciles de revender si el pignorante no recuperó la prenda. Aunque en promedio 75 por ciento de las cosas empeñadas son recuperadas.

Los contratos establecen claramente el monto prestado, el valor de la prenda que se deja, el tiempo máximo a pagar el préstamo y el costo monetario. No existe la morosidad ni tampoco el anatocismo (cobrar intereses sobre los intereses de mora derivados del no pago de un préstamo).

Si bien hay préstamos a plazos que van de uno a 150 días, en promedio, las casas de empeño cobran un rédito anual que oscila entre 52 y 88 por ciento. En este sentido, sus tasas de interés están dentro del rango que cobra la banca comercial para tarjetas de crédito con líneas menores a 6 mil pesos.

Además de ofrecer préstamos, a las casas de empeño acuden aproximadamente 5 millones de personas para comprar bienes.