Tres de cada 10 no tienen ingresos suficientes para comprar productos básicos
Asegura investigadora que el Tratado de Libre Comercio agudizó la crisis alimentaria
Las campañas para prevenir esas enfermedades son insuficientes: Poder del Consumidor
Miércoles 4 de enero de 2017, p. 29
La pobreza de millones de personas en México, no sólo los malos hábitos alimentarios, es la causa principal de la diabetes y la obesidad en el país, aseguraron organizaciones y especialistas en la materia.
Coincidieron en que, en un país donde –según indicadores– tres de cada 10 personas no tienen ingresos suficientes para comprar productos de la canasta básica, éstas consumen comida chatarra o alimentos con altos niveles de grasa, sal, condimentos y azúcares, así como numerosos aditivos alimentarios
que son más económicos.
En 2015 el Banco Mundial reportó que 75 millones de personas en América Latina y el Caribe vivían en pobreza extrema, la mitad de ellas en Brasil y México.
Miriam Bertran Vilá, profesora e investigadora titular del Departamento de Atención a la Salud de la Universidad Autónoma Metropolitana plantel Xochimilco, manifestó que la crisis alimentaria se adjudica a la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Van más de tres décadas de que se distorsionó la cultura alimentaria mexicana con la introducción masiva de trasnacionales estadunidenses de comida chatarra. Debido a las históricas crisis económicas también aumentaron los precios de los alimentos frescos.
Frente a esas situaciones de marginación y pobreza algunos padres de familia, que viven por ejemplo en zonas vulnerables del estado de México, comen en tianguis o puestos callejeros gorditas, quesadillas, pambazos, hamburguesas, chilaquiles, enchiladas, tortas y tacos de carnitas y de guisados, entre otros, cuyo costo no rebasa 10 pesos. Sin importarles las condiciones de insalubridad esos negocios, que se mezclan con otros puestos de chácharas, siempre están abarrotados.
El mismo patrón de conducta se repite en la mayoría de los paraderos del Metro, donde muchas personas hacen escala
para desayunar tortas de tamal (guajolotas), tacos de hígado, borrego, cabeza, tripa y suadero, que cuestan entre 5 y 15 pesos.
La mayoría de los vendedores adaptan puestos en triciclos o carros ambulantes, con carpas, barras de acero inoxidable y pequeños cilindros de gas. Otros sólo colocan al aire libre botes con tamales o comales, en los cuales sumergen en manteca los guisados o antojitos mexicanos, preparados sin higiene. Las instalaciones de gas y eléctricas se encuentran en mal estado.
Según los especialistas, una torta de tamal tiene casi mil calorías y un atole unas 180; es decir, más de la mitad de las 2 mil diarias que recomienda la Organización Mundial de la Salud para hombres y mil 800 para mujeres. Una bolsa de papas contiene 235 y un refresco de lata 196.
En ese sentido, Alejandro Calvillo, del Poder del Consumidor, expresó que las acciones para prevenir la obesidad y la diabetes son insuficientes. “No es mala decisión de la gente comer alimentos insanos en la calle, sino las malas políticas públicas dirigidas a ese sector de la población. No hay información y no todos tienen acceso a alimentos saludables. En el país tenemos millón y medio de puntos de venta de comida chatarra, entre ellos tiendas pequeñas y puestos que venden refrescos, frituras y pan.
“En las tiendas de barrio, por ejemplo, 90 por ciento de productos engordan. Los perjudicados son los habitantes más pobres, porque tienen menos acceso a la salud y a alimentos de calidad. Es difícil que vayan con un médico y la atención es mala.
Necesitamos una campaña que vaya a fondo. Tiene que haber una política cruzada entre las secretarías de Salud, Economía y Agricultura, en particular en las colonias más vulnerables, para fortalecer los mercados y locales, con el objetivo de que vendan frutas, verduras y promuevan el acceso a esos alimentos y robustezcan la publicidad para que se eviten bebidas azucaradas, entre ellos los refrescos.
Para Alejandra Haas, presidenta del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, la segregación por condición socioeconómica es la primer causa que mencionan las personas. En muchas ocasiones no se trata de una elección personal comer de manera no saludable, sino de una circunstancia que orilla a la gente por su condición socioeconómica.
Las autoridades tienen que analizar el vínculo entre pobreza, desnutrición y obesidad, porque la dieta de una persona a veces está condicionada por el acceso que tiene a los alimentos y el contenido calórico que éstos le pueden ofrecer. Se debe crear una política pública que atienda de manera simultánea el problema, que causa problemas a largo plazo, como diabetes.