Las campañas gubernamentales contra el sobrepeso y la obesidad responsabilizan exclusivamente a las conductas individuales de los sujetos, pero no se ha diseñado una política de Estado para atender el problema integralmente, a pesar lo costoso que resulta para el sistema de salud, consideraron especialistas de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

La académica Concepción Díaz de León Vázquez resaltó que la información difundida en medios masivos sobre la existencia de una epidemia de esta enfermedad alarma de manera innecesaria. Creo que sí se debe concientizar sobre (la importancia de) tener un peso saludable, pero sin alarmar en exceso a los individuos. Añadió que la ganancia natural de tres a cinco kilos no pone en riesgo a las personas.

José Alberto Rivera Márquez, coordinador de la maestría en medicina social de la unidad Xochimilco de esta casa de estudios, indicó que algunas de estas campañas responsabilizan de manera exclusiva a los sujetos, es decir, están dirigidas a conductas individuales, pero se requiere que el Estado defina una política pública para atacar el problema.

En la sesión de disertaciones temáticas El miedo al sobrepeso: conductas alimentarias de riesgo y trastorno, organizado por el programa de Comunicación de la Ciencia de la Coordinación General de Difusión de la UAM, los especialistas coincidieron en destacar la importancia de impulsar estudios amplios sobre el estado del sobrepeso y la obesidad entre la población mexicana.

En México se requieren más estudios de conducta alimentaria-emocional, pues una alteración en ésta genera las enfermedades consideradas problemas de salud pública, debido a su alta prevalencia, señaló Irina Boris Lvovna Lazarevich, académica del departamento de Atención a la Salud de la unidad Xochimilco.

Indicó que una serie de tamizajes realizados a alumnos de nuevo ingreso de la UAM Xochimilco reveló que el porcentaje de obesidad aumentó en 26 a 33 por ciento de 2010 a la fecha.

Conductas de riesgo

Los jóvenes universitarios presentan este problema debido a conductas de riesgo asociadas a factores sicológicos como ansiedad y depresión, que provocan alto consumo de azúcares o dificultad para parar de comer, puntualizó.

Claudia Unikel Santoncini, investigadora de la Dirección de Investigaciones Epidemiológicas y Psicosociales del Instituto Nacional de Psiquiatría Juan Ramón de la Fuente, refirió que en conjunto con la UAM se lleva a cabo un programa de prevención de trastornos de la conducta alimentaria.

Sólo existe una encuesta nacional levantada en 2003 sobre el trastorno de la conducta alimentaria, pero los demás instrumentos de medición se centran en la conducta de riesgo; sin embargo, son estadísticas insuficientes para generar diagnósticos precisos. No tenemos datos y eso no significa que no haya casos en el país de pacientes con esas enfermedades, aseveró.