Hasta siempre, Manolo Espinosa
¿Una delegación anticorrupción?
Golpe de timón al revés
anuel Espinosa Acuña, primogénito del maestro Armillita, falleció el pasado viernes en su entrañable Aguascalientes, luego de sobrellevar un cáncer durante más de 15 años con la misma entereza, discreción y elegancia que su sólida tauromaquia, con la que alcanzó resonantes triunfos en cosos del país y del extranjero.
Hombre de disciplinas, sensibilidad, amplia cultura y espíritu emprendedor, Manolo supo ser un artista de la vida al que no opacó la sombra inmensa de su padre, quien orgulloso y esperanzado le transmitió conocimientos y testimonios suficientes para sortear con clase diversas embestidas. En inolvidable charla hace unos meses en su casa-museo-ganadería, Manolo me dijo: Hay que hacer una fiesta más ética en 10 plazas de primera en el país; una ética integral que abarque instalaciones, servicios, asientos, promoción inteligente, ganado en puntas, toreros que compitan, toros que lastimen, diversidad de encastes, estilos que se diferencien y rivalidades que interesen. Así de sencillo
. ¡Hasta siempre, torero bueno!
En tiempos de invocada transparencia, rendición de cuentas y hasta de un sistema nacional anticorrupción, ¿será capaz la mal acostumbrada delegación Benito Juárez –más de dos décadas de tolerarle todo a la empresa anterior– de hacer valer la inobservada, como el res- to, Ley para la Celebración de Espectáculos Públicos en el Distrito Federal y el apenas aplicado, como el resto, Reglamento Taurino correspondiente? Hoy lo sabremos, ya que se anuncia a los peninsulares Morante de la Puebla y Manzanares, con Teofilitos, claro, y la confirmación del tlaxcalteca Gerardo Rivera. En la corrida inaugural la nueva
empresa se saltó a la torera ambas normativas al anunciar al lado de Zotoluco a los españoles Manzanares y Talavante, que no hicieron ni media entrada, cuando ley y reglamento ordenan que los participantes extranjeros, a pie o a caballo, no podrán exceder del 50 por ciento en un cartel. Ante la lamentable entrada del sábado 3 de diciembre con el francés Castella, se pospuso la corrida del pasado viernes, en que aquél repetía al lado de Talavante y la confirmación del hidrocálido Diego Sánchez.
El golpe de timón que tanto esperaba la afición capitalina en particular y la del país en general por parte de la nueva
empresa de la Plaza México, no consistía en retrasar el horario de inicio de los festejos o en elevar precios sin elevar el interés por la oferta de toros y la combinación de toreros, ni en ferias improvisadas ni en descuentos, y mucho menos en seguir importando coletas ya muy vistos cuando lo que sobra en España son buenos toreros relegados por la tauromafia.
Se confiaba en que los nuevos
empresarios, con asesores nacionales, importados o ambos, por fin se decidieran –luego de 23 años de fraudes por todos tolerados– a reivindicar al toro bravo mexicano anunciando ganaderías relegadas por los comodinos famosos y con toreros dispuestos a jugársela en serio más que a torear bonito.
Lo anterior, con el apoyo de una publicidad amplia, imaginativa y agresiva, sigue siendo la única posibilidad de que a la fiesta regresen la emoción y la pasión que puedan generar ambos protagonistas. Los partidarismos no desaparecen por ensalmo, sino ante la ausencia de toreros apasionantes y competitivos que la tauromafia permanentemente relega.
Por lo demás, en la fiesta no habrá unión posible si no es en torno a la recuperación de reses con trapío y bravura y la comparecencia de diestros valiosos que las hagan lucir.