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Último día para visitar Hípico: música, caballos y arquitectura, un corrido, de Edgardo Aragón

Sonidos de varios instrumentos rompen el silencio en la Casa Luis Barragán

Esa propuesta hace alusión a 30 años de perjuicios del neoliberalismo en el país

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Aspecto de la exposición que hoy termina en el recinto de General Francisco Ramírez 12-14, colonia Ampliación Daniel GarzaFoto Jair Cabrera
 
Periódico La Jornada
Sábado 10 de diciembre de 2016, p. 5

En las silenciosas habitaciones de la Casa Luis Barragán ahora retumban los sonidos de un par de saxofones, una guitarra, un teclado y música computarizada en una grabación.

La intervención sonora Hípico: música, caballos y arquitectura, un corrido, de Edgardo Aragón (Ocotlán, Oaxaca, 1985), es el cuarto proyecto de la plataforma cultural y artística Estancia FEMSA y la morada del afamado arquitecto.

Al estudiar el inmueble, Aragón advirtió la pasión de Barragán por la música. En varias habitaciones quedaron tal cual los discos de larga duración en el orden que allí los escuchaba, con tocadiscos y bocinas; estas últimas a veces escondidas. Por ejemplo, en la recámara se encontró mucha música clásica, incluso vanguardista, de allí que un pianista interpreta piezas de Schönberg.

México no es un equino hermoso

También se halló fuerte presencia de la música de Manuel M. Ponce, de quien Aragón partió por ser de los primeros que toman esta idea nacionalista de tomar lo popular y convertirlo en algo sofisticado. Al autor le interesó la construcción de un país y cómo se inventó a lo largo del siglo XX, en medio del sistema político en el que vivimos.

En el tapanco un intérprete de saxofón alto entabla un diálogo con un colega, pero de saxofón medio, ubicado en la biblioteca de la planta baja. Tocan corridos de caballos de la Revolución mexicana hasta nuestros días como símbolo de esta identidad nacional que pasó de ser elemento popular a convertirse en objeto de la élite mexicana.

La pasión de Barragán por los caballos, también evidente en la casa, es compartida por Aragón, pero desde una perspectiva diferente. La intervención sonora se hace acompañar por un cuadernillo en el que destacan dos imágenes: la de un pasto en Oaxaca, llamado carrancista; una plaga para los terrenos de cultivo, llegada de norte a sur en las heces de los caballos. La otra, de un caballo de carreras de 30 años de edad, que es el tiempo que he crecido en este país.

Es “una yegua muriéndose de vieja y de hambre, con las costillas saltadas, con la columna muy doblada, como cierre final de este proceso de decir que México nunca ha sido este caballo hermoso que nos han hecho creer, sino que con 30 años de neoliberalismo, se ha convertido en una yegua correteada y cabalgada. Sólo esperan que se muera de hambre.

“Se trata de la visión particular de toda esta invención de país y nación, que empieza en los años 30 del siglo pasado y sigue su consolidación hoy de forma muy extraña. Al final decidí incluir los saxofones, o la música de viento, porque es una reminiscencia inmediata a la música o a la narcocultura, con la cultura buchona que muchos jóvenes asumen hoy como suya. Son como estas tribus urbanas, o más bien rurales, que reinterpretan la visión de charro mexicano de una forma más caricaturesca, aunque éste era un charro que no sabía montar a caballo.”

De Schönberg se utilizan ocho composiciones. La música computarizada, hecha con silbatos tipo toque de guerra, irrumpe en las habitaciones mediante bocinas.

Hípico..., con curaduría de Eugenia Braniff y Patrick Charpenel, concluye hoy. Se puede visitar, previa cita, en estanciafemsa.mx. La Casa Luis Barragán se ubica en General Francisco Ramírez 12-14, colonia Ampliación Daniel Garza.