Se impone el no a reducir los poderes del Senado, así como el número de escaños
La reforma constitucional pretendía garantizar la gobernabilidad y dar más estabilidad política
Lunes 5 de diciembre de 2016, p. 30
Roma.
Los italianos rechazaron este domingo, en un referendo, una reforma a la Constitución impulsada por el primer ministro Matteo Renzi para poner fin al sistema parlamentario en vigor y reducir los poderes del Senado, así como su número de escaños de 315 a 100. Tras la derrota, Renzi anunció su renuncia.
Según sondeos de la televisión pública Rai y el canal privado La 7, entre 56 y 60 por ciento de italianos votaron por el no a la reforma contra entre 40 y 44 por ciento que lo hicieron por el sí.
Unos 50 millones de italianos fueron llamados a las urnas. La participación fue de casi 70 por ciento. Las mesas de votación abrieron a las 7 de la mañana y cerraron a las 23 horas (local).
De los 4 millones 52 mil 341 millones de italianos que residen en el extranjero con derecho al voto, participaron en la consulta un millón 251 mil 728 electores, publicó el diario español El País.
Alrededor de la medianoche Renzi, de 41 años, en el poder desde 2014, ofreció una rueda de prensa donde confirmó su derrota en la consulta y anunció su renuncia, lo que abrirá una crisis política en Italia y podría desestabilizar a la tercera economía de la Unión Europea.
Renzi decidió someter a referendo los cambios que propuso a la Constitución de 1948, entre ellos una drástica reducción de los poderes del Senado con el fin de facilitar la gobernabilidad y acelerar el proceso legislativo.
La reforma contemplaba principalmente una serie de cambios en el parlamento para garantizar mayor estabilidad política, uno de los grandes males de Italia, que ha tenido 60 gobiernos en 70 años de democracia.
Para ello proponía el fin del actual sistema parlamentario, el llamado bicamaralismo perfecto
, que otorga el mismo poder a la Cámara de Diputados y al Senado, y la reducción del número de senadores (de 315 a 100), los cuales no serían nombrados por elección directa, sino por los gobiernos regionales, convirtiendo el Senado en una suerte de cámara territorial.
Contemplaba desaparecer los legisladores vitalicios, hasta ahora electos por el jefe de Estado entre personalidade que se han distinguido en los campos de la cultura, las artes y la ciencia.
El objetivo era dar mayor gobernabilidad a Italia, ya que la necesidad de que las leyes fueran aprobadas tanto por senadores como por diputados ha provocado en varias ocasiones bloqueos institucionales.
La mayoría de la clase política, desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha, e incluso críticos de la propia formación de Renzi, el Partido Democrático (PD), se oponían a una reforma que, según ellos, otorgaba demasiado poder al jefe de gobierno.
La campaña sobre la reforma encendió los ánimos y dividió el país e incluso a las familias entre los que votaron sí y los que optaron por el no.
Muchos votantes rechazaron el método con el que Renzi quería reformar la Constitución, texto considerado sagrado por muchos, redactado en 1948 tras la Segunda Guerra Mundial y los 20 años de gobierno fascista, el cual tuvo como objetivo evitar el surgimiento de otro dictador como Benito Mussolini.
Reforzado por la ola populista que terminó con la victoria del Brexit en Reino Unido, y de Donald Trump en Estados Unidos, el líder de la formación antisistema Movimiento 5 Estrellas, el cómico Beppe Grillo, se convirtió en portavoz de quienes se opusieron a la reforma y en rival de Renzi, a quien tildó de cerda herida
y advirtió que pediría elecciones anticipadas en caso de que ganara el no.
Tras conocerse los resultados, La Liga Norte y Forza Italia pidieron la dimisión inmediata del primer ministro Renzi.