etomo un artículo publicado en Excélsior el pasado 15 de noviembre, muy sensato, a pesar de haberse escrito todavía bajo el influjo del calor más grande que provocó el triunfo de Donald Trump. Se llama Unidos somos más fuertes
, y su autor es Arturo Zamora.
Confieso que, al ver el alud de artículos sobre el triunfo del tal Trump, me propuse abstenerme de hablar de ello, convencido de que nada nuevo podría decir.
Si ahora lo hago, aunque sea de refilón, es porque el texto de Zamora me sugirió que ya va siendo hora de que la emprendamos con asuntos más concretos. El artículo de referencia sugiere primordialmente revisar el modelo de desarrollo y actuar al unísono cuando a todos nos convenga.
Un caso: el respaldo abierto e impúdico a Trump del señor Bernie Marcus, capitoste de la empresa Home Depot, que obtiene pingües ganancias en muchas partes de México, y su expresa solidaridad con el tan cacareado muro fronterizo debería darnos mucho en qué pensar y algo concreto por hacer.
Queda claro que el gringo de marras sí gusta de nuestros pesos, pero no de nosotros.
Consumado el triunfo del candidato republicano, en los propios Estados Unidos han surgido muchas voces de paisanos nuestros y hasta de estadunidenses químicamente puros
–que también los hay decentes, y muchos–, que están alborotando el gallinero para pasarle la factura a la gran corporación de marras…
Un artículo de la conspicua periodista Delia Estévez, que ha sido reproducido en diversos medios, incluyendo los electrónicos, analiza cuidadosamente el rol del referido personaje y hasta de la corporación a la que pertenece y ha contribuido de manera señalada a despertar el ánimo de que en el futuro los inconformes con su actitud ignoremos simplemente la existencia de tales establecimientos comerciales.
El señor Jaime Gutiérrez, por ejemplo de muchos, dijo en una de tantas corrientes cibernéticas en inglés perfecto y diáfano: “Never shopping again at Home Depot…” y, según mi escaso entender, la aprobación ha sido grande.
No diré que la lumbre les está llegando a los aparejos ya, pero es el caso de que la empresa se empezó a defender diciendo que el tal Marcus –fundador, presidente y ex CEO de la misma– ya no trabaja en ella. Pero de lo que no dice nada es que su lana sigue ahí, lo mismo que su autoridad, como mostró la referida periodista Estévez.
No hay que convertir el ejemplo en el problema total. Pero es una muestra de que las huelgas de compradores constituyen un arma que puede doblar hasta al más pintado.
¿Qué pasaría si, desde ahora mismo, se redujeran sensiblemente las compras de mexicanos en toda la zona fronteriza? Que no se piense que todos los mexicanos que pasan van a trabajar y a ganar dinero…
¿Qué pasaría si, de manera sistemática, se prefirieran coches europeos o asiáticos a los gringos? Y así sucesivamente…
Ha sido de tal magnitud el rencor que ha despertado por doquier la antipatía y el manifiesto nazismo del señor Trump que, en los tiempos que corren, hasta con el beneplácito de muchos millones de estadunidenses no sería difícil darle un severo apretón de… tuercas, aunque siga contando con el respaldo de la purria
que habita del otro lado del Río Bravo.