La explotación laboral de millones de jornaleros agrícolas, a quienes se hace trabajar en condiciones de esclavitud, es un fenómeno generalizado en México, pero las autoridades han hecho caso omiso de ello por estar en complicidad con las grandes empresas agroexportadoras que se benefician de dicha mano de obra, indicaron organizaciones civiles especializadas en el tema.

En conferencia de prensa, la investigadora Antonieta Barrón señaló que en todo el país hay alrededor de 3 millones de jornaleros agrícolas, de los cuales 35 por ciento son indígenas pobres de Chiapas, Guerrero y Oaxaca que se emplean cada año en campos agroexportadores, sobre todo del noroeste del país.

La gran mayoría de esta fuerza laboral, indicó, es víctima de abusos graves, como jornadas excesivas de trabajo, pago insuficiente o nulo y condiciones muy precarias de alimentación, alojamiento y atención sanitaria.

De acuerdo con estudios sobre el tema, subrayó la académica de la Universidad Nacional Autónoma de México, los jornaleros agrícolas trabajan en promedio seis o siete días a la semana, con turnos de entre nueve y 15 horas diarias, muchos durante todo el año.

Aunque más de la mitad de los obreros del campo tienen entre 20 y 39 años, también hay gran cantidad de niños y niñas, quienes empiezan a trabajar en los sembradíos junto con sus padres y familiares apenas a los seis años de edad.

Para Barrón, es evidente que la existencia de trabajadores en condiciones de esclavitud o semiesclavitud en el campo se debe a que las autoridades no dan importancia a las inspecciones en los centros de trabajo y no quieren darles prestaciones básicas. De esta manera, se hacen cómplices de una explotación que beneficia a los dueños de las agroexportadoras.

Jesús Carmona, de la organización Respuesta Alternativa, enfatizó que los supuestos rescates de trabajadores esclavos en realidad se llevan a cabo con mucha dilación, como lo muestra el que el operativo realizado en un rancho tomatero de Coahuila se concretó dos meses después de la denuncia sobre el caso.

Pedro Gómez, de la Red de Mixtecos en Sonora, alertó por su parte que en estados como Chiapas y Oaxaca existen grupos de enganchadores que reclutan jornaleros para trabajar en estados del noroeste.

Sin embargo, al llegar a las plantaciones donde son contratados, los obreros reciben menos paga de la prometida –o ninguna–, son víctimas de amenazas y hostigamiento y no se les otorga alojamiento o comida en condiciones dignas.