Ayer se conmemoró el 59 aniversario luctuoso de Diego Rivera. Si alguien trabajó y luchó por México fue mi padre, a través de su arte, de su actitud hacia el mundo. El amor que le tenía era inacabable, dijo Guadalupe Rivera Marín en una ceremonia efectuada en el Museo Mural Diego Rivera.

Por su parte, María Cristina García Cepeda, titular del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), señaló que México sería un país impensable sin el dibujo, el color y la luz del muralista, que son parte de nuestra identidad, según un comunicado.

Añadió que Rivera está presente en el rico legado de los mexicanos, que este año su obra tuvo especial presencia en el extranjero con varias muestras montadas en Francia, Estados Unidos, Australia, Chile y Argentina.

Recordar a Rivera en su aniversario luctuoso es ocasión para reiterar nuestro compromiso de velar por la debida conservación de su legado y promover su mejor conocimiento y el mayor disfrute para todos los públicos.

Rivera Marín recordó el día que murió su padre y su inhumación en la Rotonda de las Personas Ilustres, “lugar donde merecía descansar, porque ahí están sepultados los hombres y las mujeres que más han luchado por México. Mi padre murió a las once y media de la noche del 24 de noviembre de 1957. A pesar de que estaba casado con Emma Hurtado, él pidió morir en su estudio. Solicitó que exactamente en el área del estudio se pusiera su cama, donde pasó los últimos días de su vida.

Tuve la suerte de que muriera en mis brazos, aunque me duele profundamente no tener sus últimas palabras.