l sorprendente e inesperado resultado de las elecciones en Estados Unidos, con el triunfo de Donald Trump, sacudió a todo el mundo y agravó la incertidumbre de muchos países que tienen una cercanía muy estrecha o dependiente de las relaciones comerciales, económicas, políticas y migratorias con esa nación. Y no es para menos. Las declaraciones y amenazas del republicano durante sus discursos y entrevistas en la campaña política estuvieron llenas de propuestas que, de llevarse a cabo, pondrán en graves problemas a México y a otros gobiernos de América Latina y del mundo.
Expulsar a 11 millones de mexicanos de Estados Unidos, con la consecuente reducción de ingresos por remesas; la edificación de un muro a lo largo de la frontera y cancelar o modificar el Tratado de Libre Comercio, entre otras medidas, pondrían en serios apuros al país para asimilar estas decisiones, además de complicar más el desempleo y la falta de oportunidades que actualmente existen en la nación. Esto, independientemente de la crisis política y social que estamos viviendo, y de la creciente desigualdad, marginación y pobreza que amenaza cada vez con más fuerza la estabilidad y la paz de México. Así es que, por muchos esfuerzos que se hagan por parte de los políticos y los grandes beneficiarios de esas condiciones, no hay mucho lugar para el optimismo o para un enfoque superficial e indiferente hacia la crisis que presagia tormenta.
Podría llegar a presentarse incluso un dilema más grande que tendría por consecuencia entregar aún más el control de los recursos naturales del país, el sometimiento de la política económica más descarado en favor de los intereses estadunidenses y la pérdida mayor de soberanía y autonomía de las decisiones de un gobierno, que debe ser, antes que todo, libre y democrático. Las preguntas serían: ¿estarán preparándose las autoridades y los grupos de poder para asimilar o resistir ante tales eventualidades?, o bien ¿seguirán la estrategia equivocada de manipular en los medios y ante la opinión pública que no debe cundir el pesimismo y que México está preparado para colaborar con el nuevo gobierno del vecino país del norte, aunque en la vida real se pretenda justificar o se oculte lo que está sucediendo? Son preguntas que hay que analizar.
En el resto del planeta, además del impacto inicial en los medios, donde se practica la especulación, y en las bolsas de valores, los gobiernos y los grupos de derecha se sienten fortalecidos por la elección de Trump y apuestan a un cambio similar en los procesos electorales de varios países que pronto se iniciarán para elegir a los gobernantes. En Francia, Marine Le Pen, candidata a la presidencia por el Partido del Frente Nacional, de extrema derecha, declaró que la victoria de Trump es el surgimiento de un mundo nuevo
, y que lo mismo puede suceder ahí en las elecciones de la primavera de 2017.
Por su parte, Geert Wilders, líder del Partido de la Libertad de Holanda, por supuesto también de extrema derecha, afirmó que la elección de Trump es una señal de esperanza para sus aspiraciones, y proclamó que un nuevo orden había nacido la semana pasada. Extendió sus comentarios afirmando que una nueva revolución se había generado y que estamos siendo testigos de un levantamiento de los pueblos a ambos lados del Atlántico. Por cierto, Wilders es una persona de pelo rubio arreglado muy al estilo de Donald Trump, quien asistió a varios actos de la campaña del segundo en los últimos meses. En Hungría, el primer ministro Viktor Orban, también conservador, declaró que era una reivindicación de su lucha y de sus objetivos.
En Austria, Heinz Christian Strache, dirigente del Partido de la Libertad y un candidato fuerte para ganar las elecciones del 4 de diciembre, señaló: La izquierda y el sistema corrupto, que se consideran superiores, han sido castigados y han recibido golpe tras golpe de los electores que los han obligado a cancelar varias posiciones de responsabilidad
. Aunque Le Pen, de Francia, es la líder de la extrema derecha más prominente de Europa, en la actualidad todos los de derecha radical han visto crecer sus posibilidades, al igual que muchos más en el mundo y en la política de sus países.
Los mexicanos, con seriedad, responsabilidad y profundidad debemos prepararnos para enfrentar tiempos difíciles que van a surgir a partir del triunfo de Trump en las elecciones de la semana pasada. Y las organizaciones políticas, empresariales y sindicales deben empezar a fondo serios debates sobre las imprevisibles consecuencias y hacer los ajustes necesarios a sus estrategias si las cosas empeoran, como es previsible.