Buenos Aires.

A la Argentina goleada el jueves por Brasil 3-0 en la ruta sudamericana para el Mundial de Rusia 2018 no la salvó ni el supertalento de Lionel Messi porque el equipo está en caída libre, sin red.

Era una banalidad pensar que el puro retorno de Leo, después de una lesión, haría un milagro. La albiceleste está cerca del fondo del pozo, sin juego, sin brújula, sin alma y sin temperamento. Sigue sexta en la clasificación y ni siquiera llegaría hoy a la repesca con el ganador de Oceanía.

Si le gana a Colombia el próximo martes en la ciudad de San Juan se metería de nuevo en carrera; de lo contrario, recibirá una cascada de críticas.

Lo dijo Messi con palabras fuera de su estilo moderado y chato: Dentro de toda la mierda que estamos pasando esto depende de nosotros, pero sobre todo, afirmó: Hay que cambiar desde la cabeza y pensar en positivo.

Ayer en las redes estalló el #AndateBauza, por el técnico, el alicaído Patón Edgardo y los 42 millones de entrenadores (la población) pide que se vayan todos, con alguna excepción.

Diego Latorre, ex jugador y comentarista, escribió en su columna del diario La Nación: Es difícil afrontar un partido sin ideas claras porque cualquier brisa te puede desarmar. La reserva emocional surge cuando los equipos se sienten fuertes y entienden que un gol en contra no es más que una contingencia. Es inútil pedirlo en momentos de debilidad. Argentina no sabe qué hacer con la pelota.

Coincidió con lo que viene repitiendo Jorge Valdano: El futbolista argentino perdió el amor por la pelota.