ntre los críticos y teórico de arte de tendencia sociológica, en México y en otros países de América Latina, destaca el pensador peruano Juan Acha (1916-1995), quien por tiempo largo nos acompañó como docente, como asesor de funcionarios de la cultura y desde luego como teórico y crítico de arte.
La Secretaría de Cultura, a través del Cenidiap, como instancia organizadora mediante las reuniones que tuvieron lugar en el Foro de las Artes del Cenart y la Universidad Nacional Autónoma de México desde el Centro Cultural Tlatelolco, donde concurrieron personalidades de gran envergadura, como Néstor García Canclini y Alberto Híjar, le rindieron lo que puede denominarse con certitud un recordatorio y una puesta al día en cuanto a comentarios actuales con el título Práctica de la imaginación crítica los pasados días 26, 27 y 28 de octubre.
Tuve oportunidad de participar y sobre todo de escuchar a Carlos Blas Galindo (uno de sus discípulos mayormente asiduos), quien sumó a su homenaje escritural una personificación norteña muy acorde con los temas tratados) y la entrañable colega venezolana Bélgica Rodríguez, quien digamos que con lágrimas en los ojos, pues lamenta la situación actual de su país. Viajó a México con objeto de participar en lo que fue traer nuevamente al foro la presencia de su amigo y colega de muchos años. Recordando a Dolores Pradera ella empezó diciendo: uno recuerda esos sitios en los que amó la vida
. Y lo mismo puede decirse de Juan Acha y de los años largos que pasó en México haciendo múltiples amistades entre la gente del campo artístico y en realidad entre todos aquellos que tuvieron la ocasión y la gana de tratarlo. Era jovial, sonriente, tenía una forma de cabeza muy especial, como si se tratara de un modelo de cabeza y acompañaba sus decires con la paciencia de un devoto de la escucha. No se cansaba de tomar en cuenta a su interlocutor, fuera quien fuese y tuviera o no razón en sus argumentos.
Bélgica recordó a Juan en Caracas participando con un discurso de cultura
. Juan, dice, era muy claro, ameno y seductor en las conferencias. Los investigadores que asistieron y lo escucharon lograron crear una teoría latinoamericanista del arte latinoamericano
. “Todavía hoy estamos en la tarea de conocer nuestra compleja y plural realidad. Hemos llegado a conclusiones, pero son puntos de partida en tanto la teoría del arte no pueda determinar la producción artística. ¿Un producto es, o no, una obra de arte? ¿Es posible decir a un poeta o escritor que no escriba sobre arte?
Otros participantes se refirieron sesgadamente a estas cuestiones que desde luego tienen respuestas con frecuencia contradictorias o más bien no la tienen, desde las Brillo Boxes de Warhol.
¿Y qué dice Acha al respecto? La experimentación sin disponer de experiencias adecuadas, la imperiosa necesidad de juntarse a nuestra realidad latinomericana (...) sin contar con teorías artísticas ceñidas a nuestros intereses colectivos. Y como sabemos, estas teorías son todavía inexistentes
.
De alguna manera me permito no responder, no tengo los tamaños para eso. Pero no es que no haya habido teorías, las ha habido, es que la realidad cambia continuamente (en todas partes se diría) y, por tanto, la teorías tienen que cambiar. Movida de afán comparativo revisé unos párrafos de Joshue Taylor que tratan esta misma cuestión. Taylor sólo incluyó experiencias o productos estadunidenses, pero los llamó americanos
. José Juan Tablada algo intentó al respecto.
¿Hay una entidad latinoamericana que una los diferentes países que conjuntamente integran un continente enorme? Hay desde luego la simpatía, la hermandad natural. Venezuela, no sólo a través de Bélgica Rodríguez, nos está cerquísima del corazón y de los intereses, pero por mucho que conultemos los medios no tenemos la idea exacta de cómo sienten unos y otros venezolanos.
Y ver a la colega que se desplaza para cumplir una misión contraída, nos conmueve fuera de cualquier teoría. Nos preguntamos: ¿Existió en la realidad el sueño bolivariano?
El pensar con realismo (Acha) “implicaría desembarazarse de muchos componentes. Desembarazamiento nada fácil…”
El tipo de libros y de pensamientos, como los que nos dejó Juan Acha, requieren relecturas, sobre todo cuando el tiempo ha pasado. El mismo sustrato mítico, la misma ideología nueva o dominante y las mismas (él dice objetividades, yo digo subjetividades) artísticas unen a todas nuestras estéticas, piensa este maestro en uno de sus más afamados libros que data de 1979.
La cosa es que ni siquiera las diferentes regiones de un país tienen sustratos míticos idénticos, salvo el águila y el nopal en México, tal vez. Porque la llorona
no es la misma en el Istmo que en el desierto de Sonora.
Por lo que a todas luces aboga Juan Acha es por la continuidad, superar no sólo los imperialismos o los centrismos, sino sobre todo la pereza (página 313 de Arte y sociedad: Latinoamérica).