a decisión zapatista de presentar la candidatura presidencial de una mujer indígena provocó un alud de insultos y expresiones racistas que, como escupitajos lanzados al cielo, sólo manchan a quienes las profieren.
Razonemos, pues:
1) La candidatura indígena no es más que el ejercicio elemental del derecho democrático a votar y a ser elegido. Negarlo equivale a volver siglos atrás, al voto calificado de una minoría blanca, masculina, propietaria, alfabetizada... y esclavista.
2) El voto del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) no competiría con el de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Cuando mucho le quitaría a Morena los sufragios de los que, de último momento y por falta de alternativas, podrían darle un voto de protesta a López Obrador. Por el contrario, la candidatura indígena, al reducir la abstención, que favorece a PRI-PAN, haría aún más evidente la falta de representatividad de los candidatos procapitalistas.
3) Dado que no se puede traicionar a nadie si antes no se ha sido su aliado, quien acusa a Marcos-Galeano de traidor sugiere implícitamente que anteriormente hubo un pacto con Morena o con AMLO que éste rompió. ¿Cuál fue?
4) El que dice que es un agente del gobierno que sale en los periodos electorales para dañar a AMLO cree que Marcos-Galeano es el patrón del EZLN, cuando no es sino su servidor. Marcos es una expresión de la fuerza –y de las limitaciones– de la rebelión indígena y se explica por el EZLN. El EZLN, en cambio, no se explica sólo por Marcos. Los indígenas, en efecto, como todos los explotados, utilizan legítimamente a quienes optan por luchar junto a ellos, así como utilizan los machetes, las herramientas y la lengua castellana que también les vienen de afuera
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5) Los indígenas no son menores de edad manipulables por otros. La mayoría de ellos podrán carecer de conocimientos formales, pero tienen fina inteligencia, capacidad de decisión y experiencia histórica atesorada. Atribuir sus decisiones políticas a una influencia externa es un insulto a ellos y al pueblo mexicano todo.
6) El EZLN tuvo muchas tácticas. Su objetivo en 1994 era tomar con las armas la ciudad de México. Después llamó a votar por Cuauhtémoc Cárdenas y por Amado Avendaño a gobernador de Chiapas; en 2006 se abstuvo –criticando casi exclusivamente a AMLO– y ahora llama a presentar una candidatura femenina indígena. Pero sus virajes políticos jamás lo acercaron al gobierno. Eso merece respeto, como merece reconocimiento la dedicación de quienes –durante más de 30 años junto a ellos en la selva– ayudaron a construir este instrumento de la rebelión de los que siempre fueron discriminados, oprimidos, explotados, ninguneados y hoy luchan por ser libres.
7) A Marcos-Galeano se le podrá tachar de engreído, arrogante, frívolo, superficial y políticamente primitivo, pero no se le puede negar que está al servicio de gente muy seria y de una causa seria y justa.
8) Decir, por tanto, que los virajes responden a órdenes de Salinas o de Gobernación equivale a calificar de ciegos e idiotas útiles a los miembros del EZLN, a los indígenas y a todos los que –como González Casanova, López y Rivas, Hernández Navarro, Aguilar Mora, el PRT y tantos otros– desde hace décadas defendemos al EZLN.
9) Si se concreta la candidatura que propone el EZLN el primer resultado de la misma será sacar la discusión del terreno meramente electoral e institucional para llevarla a los problemas de fondo (¿qué país queremos? ¿Qué hacemos para lograrlo? ¿Cómo vencer los inmensos obstáculos que nos impiden imponer la libertad, la igualdad de derechos y deberes, la justicia y acabar con la corrupción, los crímenes de Estado?)
10) Habrá también que definir cuál anticapitalismo saldrá de la lucha: ¿uno basado en la vuelta a un pasado mítico de hace seis siglos (el capitalismo nació en 1400), como quieren el Papa o los milenaristas?, ¿un anticapitalismo que se apoye en la expropiación de los expropiadores, ladrones y asesinos y en el poder de las comunidades libremente organizadas y federadas por regiones y a escala nacional, y que practiquen la autogestión para responder a las necesidades propias y de toda la sociedad?
La respuesta a este interrogante sólo puede venir de una discusión democrática organizada por todos los grupos, tendencias y personalidades que apoyen una candidatura anticapitalista. En ese frente, que debería ser amplio y plural, se evaluarían las diferentes propuestas y los argumentos, y se llegaría a consensos sobre los objetivos inmediatos de lucha.
Es posible, además, llegar a acuerdos entre una candidatura indígena anticapitalista y Morena, que desde otras trincheras combate contra la violencia estatal, la corrupción, el fraude y la ilegalidad. La lucha por los derechos democráticos, contra la militarización, contra las condiciones imperantes en el país que impiden que las elecciones sean libres y limpias constituye un terreno común para hacer acuerdos en todo el país con Morena, que también combate la corrupción y la injusticia, aunque busque sólo reformar un capitalismo irreformable.
El frente único contra el capitalismo y el imperialismo no excluye, sino que implica también frentes locales por objetivos democráticos y electorales.
La discusión no debe quedar entonces en si es correcto o no dividir supuestamente los votos contra el gobierno, sino en cómo unir las fuerzas de la oposición democrática con las de la oposición anticapitalista, cómo ayudar para que el anticapitalismo indígena sea también antimperialista y socialista democrático para poder responder a los deseos y necesidades de los campesinos mestizos, obreros, estudiantes, intelectuales comprometidos y religiosos sinceros que no tienen todavía ni un programa propio ni un centro que los nuclee.
Esa es la tarea más urgente y la respuesta al racismo de quienes ven la política como terreno de juego exclusivo de los privilegiados.