Jonathan Hernández indaga en el cruce de caminos entre lo legal y lo ilegal
Sábado 29 de octubre de 2016, p. 4
Desde hace más de dos años el artista Jonathan Hernández (CDMX, 1972) empezó a acudir a las subastas de bienes decomisados y se concentró en aquellos asegurados por el gobierno mexicano al crimen organizado.
A Hernández le atrajo la vida y biografía
de objetos como el mango de un arma blanca, mangueras, incluso un piso rojo de linóleo.
Los objetos como documentos que han registrado el cruce de caminos
entre lo lícito y lo ilícito
, pero también la relación en cuanto a lo legal con la visibilidad, y lo ilegal con lo invisible, condiciones que se cruzan todo el tiempo
.
Esa materia prima
le interesó como un documento de la actualidad mexicana y de lo que ha estado ocurriendo
.
Sin embargo, era una aproximación a la manera de desactivar bombas. Es decir, no le interesó explotar el morbo o el amarillismo, sino vaciar de sentido a esos objetos. A partir de la calificación de documento
al artista le gusta pensar en un inventario, el cual se disecciona y en el que, por tanto, se reconfiguran y resignifican los objetos, sin perder su universo pasado
.
Extinción de dominio, tercera exposición individual que Hernández monta en la Galería Kurimanzutto, detona preguntas acerca de la relación entre lo ilegal y lo legal en las economías de México y el mundo. Cómo es que esos objetos conservan vida mercantil en forma de arte equivale a preguntarse también cuál es el papel del arte
.
Esas piezas son la base de la muestra de 11 obras, entre instalación y escultura, incluida Descabezados, obra integrada por una amplia serie de collages hechos precisamente con encabezados de la prensa escrita.
Para recorrer la exhibición hay que dar vuelta a una gran pared blanca la que, al mirarse de cerca, vislumbra la silueta del mapa de México, dibujado o desdibujado
. Es una incisión sobre el muro hecha con cutter a modo de intaglio.
Collages recogidos en un libro
En entrevista con La Jornada, Hernández afirma que la pieza Resiliencia tiene una monumentalidad, digamos, de poder corresponder al muralismo, aunque irónicamente es casi invisible. Me interesa mucho ese espacio vacío, esa nada, como forma de reconocimiento de esta situación nacional. Hay una simulación, pero a partir de la negación
.
En ese juego de lo visible y lo invisible en esa pared, que no está a la vista, contiene objetos incautados como celulares, radios, básculas eléctricas y tinas de plástico con restos de químicos, registrados en fotografías. Una gran escultura, hecha con tablones de madera, titulada White cube, apela a este espacio supuestamente neutro del arte contemporáneo, cuando no lo es
, expresa. El espectador puede ver hacia dentro del cubo, pero no sabe si hay contenido.
Hernández también compró un escenario al que llama Vacíos de Estado. Aquí le interesó que esa área correspondiera al hueco creado en el muro de la galería. Es decir, ver el esqueleto de algo, lo inoperante e inútil que podría ser. O sea, al ser un escenario vacío uno, al subirse, se convierte en actor de algo que parte de un vacío
.
Las mangueras debajo del escenario llevan por nombre Siniestro y se refieren al desastre natural como algo denso y cabrón
a la manera de vísceras o tripas
. Los collages de Descabezados generan un pimpón con los objetos y han sido recogidos en un libro homónimo publicado por Ediciones El Mojado y RM.
La muestra Extinción de dominio concluye hoy en la Galería Kurimanzutto (Gobernador Rafael Rebollar 94, colonia San Miguel Chapultepec.)