Afirman que su principal temor son las amenazas de ser desalojados del inmueble
La mayoría son de provincia y se emplean como albañiles o conductores de bicitaxis
Domingo 23 de octubre de 2016, p. 29
En un edificio en ruinas, entre escombros y varillas, sin paredes y donde sólo se mantiene en pie una escalera, 10 familias de escasos recursos sobreviven en cuartos que asemejan pequeñas cuevas, habilitadas con plásticos y pedazos de madera.
A pesar del riesgo, todos los recovecos del inmueble, ubicado en Abraham González, en la colonia Juárez, a unos pasos de la Secretaría de Gobernación, son utilizados por los inquilinos, la mayoría de ellos procedentes de provincia que se emplean como albañiles, vendedores de artesanías o conductores de bicitaxis.
Llegaron ahí después de haber sido desalojados de otro predio en la calle Roma, también de la colonia Juárez.
Le dimos dinero a un señor y nos trajo aquí, después desapareció
, recordó Imelda, quien detalló que pertenecían a una organización promotora de vivienda, a la que le daban 200 pesos semanales por familia, pero jamás los apoyaron para tener su propia casa.
Desde afuera, el edificio de dos niveles aparenta estar en buen estado, pero en el interior todo se encuentra derrumbado. Una escalera de fierro permite acceder al segundo piso, donde divididos por un pasillo se encuentran los pequeños cuartos hechos con plásticos, cartón y madera, apenas ocupados con colchones y muebles viejos.
En uno de ellos vive Juan Carlos, su esposa y sus seis hijos, la mayor de 12 años y el menor de dos meses. Llegó de Hidalgo a los 15 años y desde entonces se emplea como bicitaxista del Centro Histórico, con lo que obtiene entre 200 y 300 pesos diarios.
El deteriorado piso de madera cruje y el riesgo de que colapse es evidente, pero el mayor temor de los inquilinos no proviene de la inestabilidad del inmueble, sino del acecho de quienes buscan apropiarse del mismo. En más de una ocasión han buscado desalojarlos.
El intento más reciente ocurrió el viernes pasado por la mañana, cuando fueron sorprendidos por un grupo de golpeadores, que arrojaron sus pertenencias a la calle.
Vinieron acompañados de tres patrullas, pero sin ninguna orden de desalojo; los policías no intervinieron, pero ellos nos dieron 10 minutos para salirnos, lo hicimos, para que no les hicieran daño a los niños. Se fueron y nos regresamos
, apuntaron.
Con ingresos económicos apenas para sobrevivir, las familias fincan sus esperanzas de dejar de sufrir la incertidumbre en el apoyo que les pueda brindar el Instituto de Vivienda (Invi), donde iniciaron los trámites para que el inmueble sea expropiado.