La noche del pasado lunes, Thalía llenó el Auditorio Nacional con un concierto dentro de su Latina Love Tour, donde sus seguidores le rindieron pleitesía y la convirtieron en una diva representante de la sensualidad mexicana; luce con un cuerpo embarnecido, lejos de su esbeltez, y se ve más señora, guapa, digna defensora de los derechos de los gays, envuelta en la bandera arcoiris. ¿Paulina o Thalía?, preguntaron algunos asistentes, y la mayoría se inclinó por la otrora actriz de María la del Barrio. En la vida real, Thalía vive en Nueva York.

No esconde nada. Por el contrario, los atuendos al talle denotan los secretos de la piel, fortalecida en el gimnasio y con la buena alimentación. Todo para un show con una variedad de bailes y estilos, que en este caso fueron de las baladas a los días de la música disco, electrónica, pachanguera.

A pesar de ello, algunos no quedaron conformes, pues prefieren a la Thalía ciento por ciento romántica, de los días de balancearse en un columpio.

Ya no se cuece al primer hervor, lo cual no es óbice para que se la pase dos horas brincando, bailando de izquierda a derecha, de derecha a izquierda. En lo tropicalozo se mueve en su elemento, dando los pasos que le enseñaron las señoras que saben, como Tongolele.

Varios cambios de vestuario, maquillaje, peinados, parafernalia de luces, para abrir con Love y cantar varios medleys. Para suspirar con Amándote, En la intimidad, Fuego, Sangre, Amarillo azul, Amore mío, Más; santanerísima con Pena negra, sentimental con Qué será de ti; sudor de crucero con Rosalinda, Marimar, María la del Barrio. Además Entre el mar, Tú y yo, Seducción, Piel morena, Amor la mexicana, A quién le importa. Para cerrar con Arrasando.