No puedo bajar la guardia, ya lo hice una vez y perdí, recordó
Miércoles 19 de octubre de 2016, p. a15
Paola Longoria, la raquetbolista número uno del mundo, mantuvo durante tres años y ocho meses un récord que al final se convirtió en un fardo. La posibilidad de caer se convirtió en una gran presión que le pesaba en cada torneo de la gira. Perder el invicto, en cierta medida, resultó un alivio.
El pasado 9 de octubre ganó por séptima ocasión consecutiva el Abierto de Estados Unidos y con esta victoria se enfila para mantener su posición como la número uno de la clasificación mundial y la posibilidad de romper el récord de siete temporadas consecutivas en la cima, posición que comparte con la estadunidense, hoy retirada, Michelle Gould.
Esta es mi temporada en la que puedo romper la marca de las siete consecutivas. Llevo una excelente racha, pero no puedo relajarme
, advirtió ayer Longoria durante el acto en el que plasmó la huella de sus manos en una plaza comercial de la Ciudad de México.
No puedo bajar la guardia, el día que me relajé perdí lo imbatible hace un año. Ya me tocó vivir esa presión y me liberé de ese peso
, recordó.
Dejó claro que persigue esa nueva marca, sin olvidar que el trabajo de convertirse en la mejor de su deporte fue un proceso demasiado arduo, pero que mantenerse en la posición ha sido todavía más complicado.
Mientras alista detalles para el torneo que lleva su nombre, a realizarse en Monterrey del 4 al 6 de noviembre, Longoria no deja de impulsar el raquetbol. En la próxima temporada espera que se concrete un partido de la gira en la Ciudad de México.