Documentan los casos más recientes de esa bitácora universal de la infamia
Las guerras se han significado por destruir sitios de la nobleza cultural
de los pueblos
Miércoles 28 de septiembre de 2016, p. 6
La Haya/ París.
Desde la Antigüedad, civilizaciones como la egipcia o la romana destruían los monumentos que eran sagrados para sus enemigos. También en tiempos de la Reforma, en el siglo XVI, fanáticos religiosos destruyeron numerosas imágenes y esculturas. A continuación, algunos ejemplos de la historia más reciente.
Tombuctú: en esa ciudad del desierto, situada en Malí, combatientes del grupo rebelde islamita Ansar Dine destruyeron en 2012 numerosos mausoleos musulmanes que eran patrimonio cultural de la humanidad. Los atacantes argumentaron que los lugares con los restos mortales de sabios del islam servían a la veneración de santos.
Palmira y San Elián: milicianos del Estado Islámico (EI) destrozaron en 2015 varios monumentos declarados patrimonio de la humanidad por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en la antigua Palmira, entre ellos el templo de Baalshamin, varias tumbas y el arco del triunfo. Ese mismo año derribaron el monasterio católico de San Elián, en la ciudad siria de Homs.
En 2015, en Palmira, los yihadistas del EI decapitaron al ex jefe de las Antigüedades de la ciudad, Jaled al Asaad, de 82 años, referencia mundial sobre este conjunto arqueológico.
En julio, el EI destruyó la famosa estatua del León de Atenea y transformó el museo en tribunal y prisión.
Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), más de 300 emplazamientos históricos sirios fueron dañados, destruidos o saqueados desde el inicio del conflicto, hace más de cuatro años.
Valle de Bamiyán: en este lugar de Afganistán los talibanes hicieron volar por los aires en 2001 dos monumentales estatuas de Buda esculpidas en las rocas entre los siglos II y IV dC.
Mosul y Nínive: el EI destruyó riquezas culturales del Antiguo Oriente en el museo de Mosul y en monumentos funerarios de Nínive, en Irak. Entre ellos, la figura de un guardián de una puerta asiria de más de 2 mil 600 años, por considerar que fomentaban la idolatría y el politeísmo.
El EI, que controla amplias porciones de territorio en Irak y Siria desde la toma de Palmira, realiza una limpieza cultural
y arrasa parte de los vestigios de la antigua Mesopotamia, según la ONU, o revende piezas en el mercado negro.
Un video difundido en febrero de 2015 mostró a combatientes de EI que saqueaban tesoros preislámicos en el museo de Mosul, segunda ciudad de Irak tomada los primeros días de su ofensiva, a principios de junio de 2014. Según responsables de las antigüedades, unas 90 obras fueron destruidas o dañadas. Los yihadistas, que también incendiaron la biblioteca de Mosul, dinamitaron en julio de 2014, delante de una muchedumbre, la tumba del profeta Jonás, también conocido con el nombre de Nabi Yunes.
Condena de la Unesco
Ayodhya: hindúes fanáticos redujeron a ruinas la mezquita Babri de Ayodhya, en el estado de Uttar Pradesh, en India, en 1992, para construir allí un templo de su religión. Al parecer la mezquita había sido levantada en 1528 en un lugar donde había habido antes un templo hindú. Ayodhya es uno de los siete lugares sagrados del hinduísmo.
Libia: varios mausoleos fueron destruidos por islamitas extremistas a golpe de excavadoras o explosivos en ese país después de la revuelta que derrocó el régimen de Muammar Kadafi en 2011. Para esos integristas, los santuarios erigidos en memoria de santos contravienen su interpretación del islam.
En 2012, decenas de integristas dinamitaron el mausoleo de Abdesalem Al Asmar, teólogo sufí del siglo XVI, en Zliten (este de Trípoli), el más importante de Libia. Una biblioteca y una universidad que llevan su nombre fueron objeto de destrucciones y saqueos. En Misurata, fue destruido el mausoleo de Ahmed al Zarruk.
En 2013 se produjo un ataque con explosivos contra un mausoleo del siglo XVI en Tajura, extrarradio de Trípoli, uno de los más antiguos de la capital.
En 2014, la Unesco condenó los actos vandálicos contra varias mezquitas de Trípoli, incluyendo la de Karamanli, del siglo XVIII.
Argelia: en este país grupos armados islamitas destruyeron en los años 90 del siglo pasado numerosos santuarios.