ació en 1788 en el pueblo Estagell, en lo que ahora se conoce como la Cataluña norte y antiguamente recibía el calificativo de francesa. En dicho lugar residió hasta 1803, cuando su familia se trasladó a la ciudad de Perpiñán. Tres años después abrazaría la carrera de las armas en el ejército francés, pero fue expulsado en 1813 por sus ideas liberales y su vocación catalanista.
Regresó entonces a Perpiñán y comenzó a trabajar con su padre, quien era director de la casa de moneda. Tres años después tuvo que renunciar, también a causa de sus ideas, y pasó entonces a Nueva Orleáns, centro de reunión, entonces, de liberales de muchas partes.
Precisamente en 1816, en dicha ciudad estadunidense hizo contacto y amistad con el navarro Francisco Javier Mina, quien se estaba preparando para arremeter contra el absolutismo Borbón en tierras mexicanas.
Gracias a sus conocimientos militares, a que no era un aventurero vulgar y poseía un ideario político muy sólido y estructurado, Mina lo vio inmediatamente con muy buenos ojos, y cuando el 21 de abril de 1817 los siete buques de su expedición desembarcaron en Soto de la Marina, ya era considerado el segundo de la expedición.
Como sabemos se internaron hasta el corazón mismo de México, entre las poblaciones de Santa María de los Lagos (hoy Lagos de Moreno), San Luis Potosí y Guanajuato, donde hicieron una sólida alianza con Pedro Moreno, quien estaba alzado desde hacía ya algún tiempo. Su notable fuerza hizo que el gobierno español concentrara todos los efectivos posibles en su contra y el 27 de octubre lograron vencerlos y apresar a Mina, quien fue fusilado dos semanas después, previo juicio que más bien resultó una mascarada.
Pero Joan Aragó consiguió escapar y reorganizar las fuerzas, y a pesar de muchas dificultades quedó como cabeza de aquel ejército y se mantuvo en pie de lucha un par de años más, hasta 1819.
Al jurarse en España la Constitución de Cádiz por Fernando VII, obviamente no por voluntad propia, sino obligado por el triunfo de la rebelión encabezada por Rafael Riego, Aragó aceptó el indulto y se instaló a vivir con gran modestia en la ciudad de Guanajuato.
Cuando el año de 1821 cobró nuevos bríos la lucha independentista, gracias a que se sumaron muchos conservadores contrarios al régimen constitucional, Aragó calzó de nuevo las botas y se sumó a la causa, pero siempre ligado con los liberales.
En septiembre se consumó la Independencia y poco después Aragó fue nombrado coronel del Ejército Mexicano.
En concordancia con su ideario, se opuso al imperio de Iturbide y en 1823 destacó en Puebla combatiendo en favor de la República. Con la República federal fue nombrado director del cuerpo de ingenieros militares y en 1833 fue declarado Benemérito de la Patria por los gobiernos de México, Veracruz y Tamaulipas. Cuando murió en la Ciudad de México, en 1837, era ya general de brigada.
Obviamente que en España nadie se acuerda de él, aunque su hermano destacó en la política francesa, pero en México tampoco se habla mucho.