El jefe delegacional de Cuauhtémoc, Ricardo Monreal, acusó ayer a la Contraloría General del Gobierno de la Ciudad de México de actuar como un órgano al servicio del PRD, lo cual calificó de delicado, porque no hay justicia, hay tapadera, impunidad y sólo contra el opositor se da la aplicación del garrote.

En alusión a la investigación que sigue la dependencia capitalina en contra del ex director Jurídico y de Gobierno de la Cuauhtémoc, Pedro Pablo de Antuñano, indicó que en lugar de conducirse con secrecía ha filtrado documentos oficiales, lo que es un delito porque se condena antes de tiempo para tener un efecto mediático y de linchamiento.

Monreal acudió ayer a la Contraloría a interponer una denuncia en contra de funcionarios de cuatro dependencias capitalinas y seis jefaturas delegacionales por el desvío de mil 65 millones de pesos, destinados a la compra de votos para favorecer al PRD en la elección de los integrantes de la Asamblea Constituyente.

En el escrito, Monreal detalló que a partir del 31 de marzo del año en curso se autorizó la contratación de personal eventual durante dos meses, con su respectivo incremento presupuestal, a seis delegaciones perredistas, así como a las secretarías de Obras y Servicios, Desarrollo Social y Medio Ambiente, así como al Sistema de Aguas de la Ciudad de México, en pleno proceso electoral y sin ninguna justificación.

El jefe delegacional acotó que no tienen mucha confianza en el trabajo de la Contraloría, pero estará muy pendiente de que actúe con los mismos criterios y celeridad como lo hace con nosotros.

Precisó que ha presentado más de 100 denuncias y no ha habido ni un citatorio contra los ex funcionarios y dejaron la delegación saqueada, un robo impresionante y no hay nada. Que siga actuando como un órgano del PRD, se van a ir algún día.

Mencionó que hubo un cambio de contralor en la delegación, que no le fue notificado. Sellaron todas las puertas, pero su naturaleza se está desvirtuando en un órgano de persecución política por el PRD, apuntó.

Consideró que es objeto de una maniobra política, con una campaña millonaria en redes sociales, que sucede cada vez que una encuesta lo coloca como el mejor aspirante al gobierno capitalino.