Salvador Hernández, medallista de bronce en 100 metros sobre silla de ruedas en Río 2016, aseguró que con buenos resultados el deporte adaptado ha logrado obtener trato igualitario respecto del convencional, así que espera continuidad y refuerzo de apoyo institucional y social.

A su regreso de la justa veraniega, Hernández y los pesistas Catalina Díaz y Jesús Castillo, también ganadores de bronces, valoraron el esfuerzo de toda la delegación, al margen de la obtención de medallas.

Todos queremos oro, pero para mí fue una superganancia, y si hoy me retirara lo haría con la frente muy en alto, afirmó Hernández, entrevistado a la llegada de un contingente de atletas al aeropuerto capitalino tras competir en sus sextos Juegos Paralímpicos.

“Mi evolución se debe a que antes no se reconocían nuestros resultados. Hoy día se nos reconoce, se nos da trato igualitario, como a los deportistas convencionales; y así debe de ser, mi Himno Nacional no es diferente al de ellos, todos representamos una bandera, un país, y qué bueno que se ha dado esa posibilidad, cuando en un principio ni siquiera se nos permitía estar en los abanderamientos o que los estímulos fueran iguales.

Hoy el apoyo es una realidad. Lo que hemos luchado, los resultados, el gran número de medallas que hemos logrado, es lo que nos ha dado la posibilidad de exigir que se nos reconozca de manera igualitaria, anotó Salvador, velocista de silla de ruedas que a los 52 años suma ocho metales en seis ciclos paralímpicos. Aunque afirma que su retiro es inminente, aún no descarta el séptimo en Tokio 2020.

Hernández, promotor deportivo en el gobierno de Michoacán, su estado, aseguró que en su caso no puede acusar falta de apoyo.

Mencionó que la silla de velocidad que le proporcionó su federación en enero pasado estuvo al nivel de la de cualquier competidor en el mundo; es de fibra de aluminio, carbono y algo de titanio; es muy ligera y resistente, entonces no tengo ningún pretexto, simplemente debo reconocer que hay gente más joven, que se prepara, pero sí puedo decir que México es potencia, indicó el atleta, cuya discapacidad es por secuelas de poliomielitis.

Catalina Díaz, de la misma edad y discapacidad de Salvador, destacó que en Río “todos hicimos el mayor esfuerzo, los que tuvimos y los que no tuvieron medallas también. Todo esfuerzo tiene recompensa y vale la pena; el que es deportista debe ponerle conejo a la vida si quiere tener algún resultado.

Tanto convencionales como paralímpicos hacemos nuestro mejor esfuerzo, esto es un juego de azar al que no llega cualquiera, hay que ser de los mejores para poder competir en unos Juegos, subrayó.

La pesista, que subsiste de conductora de un taxi, también agradeció el apoyo institucional, aunque señaló que en su deporte se requiere más tecnología en los aparatos del gimnasio en el que entrena, en el Centro Paralímpico Mexicano, algo de lo que no padece Jesús Castillo, quien afirma contar con los implementos adecuados en Guadalajara.

Ambos levantadores de peso en sus terceros Paralímpicos aseguraron que el plan es continuar en busca del oro en Tokio 2020.