i Jinping, presidente de China, en el discurso de apertura de la reunión del G-20 advirtió que ocho años después de la crisis financiera internacional, la economía mundial vuelve a estar en un punto crítico
. Aseguró que la economía global afronta la insuficiencia del crecimiento global; una demanda y una inversión deprimida; volatilidad de los mercados financieros; escaso dinamismo comercial; resurgimiento de tendencias proteccionistas; agotamiento del impulso generado por la ola de avances tecnológicos; envejecimiento poblacional; así como la persistencia del riesgo de burbujas financieras pese a los avances regulatorios.
La declaración importa por lo que se dice y por quién lo dice. China no sólo es la segunda economía del mundo, sino que es la que tiene una mayor contribución al crecimiento del PIB global. Este 2016 China crecerá 6.7 por ciento, lo que contribuirá con 1.2 puntos porcentuales al crecimiento global. Si aceptamos las previsiones del FMI, el crecimiento global será de 3.1 por ciento este año, de modo que la contribución china será de 39 por ciento del total.
La contribución de las otras economías grandes palidece frente a la china. Estados Unidos, que se espera crezca 2.2 por ciento, apenas contribuirá con 0.3 puntos porcentuales. La economía europea apenas aportará 0.2 puntos porcentuales al crecimiento global y Japón lo hará en 0.1 puntos porcentuales. De este modo el aporte chino es mayor 50 por ciento que el de las economías avanzadas juntas. Así las cosas, China se mantiene como el mayor motor del mundo, pese a haber cambiado su estrategia de crecimiento a una nueva normalidad
basada en el mercado interno.
Los peligros que afronta la economía global, resumidos en las palabras del presidente de China, son los que han llevado a plantearse que estamos en condiciones que pueden describirse como un estancamiento secular. La tesis planteada originalmente por Hansen en los años 30 explicaba que la esencia del estancamiento secular se integra por recuperaciones enfermas que mueren en su infancia y depresiones que se nutren a sí mismas y que dejan atrás una estela de desempleo inamovible
(Alejandro Nadal, La Jornada 28/10/2015). Esta tesis fue recuperada por Summers para caracterizar la situación que vive la economía mundial y particularmente la estadunidense.
Spence, en un artículo muy reciente, distingue dos tipos de estancamiento secular: un primer tipo se fundamenta en: uno, desaceleración de la innovación tecnológica que incrementa la productividad, limitando el crecimiento potencial. Dos, incertidumbre acentuada respecto del crecimiento, seguridad laboral, políticas y regulaciones, lo que afecta las decisiones de inversión y de consumo. Tres, la deuda: hogares, empresas, corporaciones y gobiernos están desapalancándose, recortando el gasto y la inversión y contribuyendo a un entorno deflacionario. El asunto se complica si incorporamos las respuestas políticas. Aquí está el segundo tipo de estancamiento secular: la falta de voluntad o incapacidad de quienes toman las decisiones para aplicar la combinación de políticas correctas.
Revertir el estancamiento secular del primero y del segundo tipo requiere políticas que actúen contra la creciente desigualdad. Aunque no será posible resolverla, puede mitigarse con políticas redistributivas a través de los sistemas tributarios y de seguridad social. Un segundo ámbito de actuación está en la política monetaria, que ha soportado la carga de la recuperación desde 2008. Normalizar
la política de bajas tasas de interés puede ser riesgoso. Un tercer ámbito está en las respuestas fiscales, especialmente respecto de la inversión del sector privado. Otras áreas de acción pueden reconocerse: la política tributaria, hacer eficiente el uso de los recursos públicos, mejorar los mercados de productos y factores y reducir las enormes desigualdades en el acceso a los mercados financieros globales.
Lo fundamental es actuar. Por ello Xi Jinping pidió medidas concretas sin discusiones huecas
. Del mismo modo que decisiones políticas pasadas ayudaron a generar este estancamiento secular, la no implementación de políticas destinadas a afrontar los problemas actuales podría crear una situación mucho más intrincada y potencialmente más inestable.