Reacomodos en familia
Videgaray: se va, pero sigue
Meade fortalece precandidatura
Miranda: la bolsa electoral
ambios cosméticos, por necesidades del servicio: Luis Videgaray Caso dejó la Secretaría de Hacienda en manos del mismo de quien la había recibido, José Antonio Meade Kuribreña (Pepe Toño, para sus amigos), el funcionario transexenal (ha ocupado cargos importantes en los gobiernos de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña) al que desde hace largo tiempo se ha mencionado en esta columna aventurera como el caballo negro del círculo íntimo de Los Pinos, ahora potenciado por las circunstancias.
No fue etiquetado Videgaray Caso como el secretario expiatorio y ni siquiera se aludió de alguna manera a su papel como corresponsable ejecutivo de la visita ignominiosa de Donald Trump a México. Es decir, oficialmente se le removió por necesidades del servicio, por rediseño en las áreas económicas, pero no por culpa alguna. Nada que ver la crisis económica, el desempleo creciente, la reducción en las expectativas de crecimiento, la inflación, la devaluación acumulada del peso ni el restrictivo presupuesto de egresos que dejó listo para ser presentado hoy. Bueno, ni siquiera por la casa campestre de Malinalco.
Salida de escena pero no de los ánimos complicitarios. Se le permitió, inclusive, adelantarse al propio Peña Nieto y hacer saber, a través de la vocera de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, su decisión de renunciar al cargo y anunciar que no buscará otro (aunque, desde luego, eso no cierra las puertas a eventuales encargos partidistas, como coordinar la campaña priísta en el estado de México o ser el candidato, si el pueblo de tres colores así se lo pidiera).
En realidad, Videgaray sale grupalmente fortalecido. Ya no estará en Hacienda, pero está alguien de su bando, quien, además, con este movimiento en el tablero queda colocado abiertamente en busca de la candidatura presidencial de 2018. Además, el consorcio Videgaray tiene al jefe de la oficina de la Presidencia de la República, al coordinador de asesores de esa misma presidencia y al presidente del comité nacional priísta que conducirá el proceso para la postulación central de 2018. Y el propio Videgaray podrá aspirar a presidir o dirigir algún organismo internacional importante, apoyado por Los Pinos, o entrar como bombero al salvamento de la estratégica elección de 2017 en el estado de México.
Meade Kuribreña goza del especial aprecio de centros de poder económico, nacionales e internacionales, que valoran su capacidad de servir a esos intereses. Además de sus habilidades técnicas, se encomia su decencia
, en términos similares a los utilizados por la clientela panista, entre la cual tiene seguidores o eventuales aliados, como la familia Calderón-Zavala. No es carismático ni orador excepcional, sino un burócrata cumplidor, pero encaja a la perfección en el esquema de bipartidismo inducido
que este tecleador creyó detectar desde aquel día electoral de junio en que un dócil priísmo aceptó el insólito triunfo panista en seis gobiernos estatales.
Si Meade fuera el candidato presidencial del PRI, sería demasiado fácil llegar a entendimientos con quien recibiese la postulación panista. Nacido en la Ciudad de México el 27 de febrero de 1969, fue director de Financiera Rural (que sustituyó al Banrural de tan mala fama) con Vicente Fox; secretario de Energía y de Hacienda con Felipe Calderón (el propio FC había ocupado la cartera de Energía, con Fox), y de Relaciones Exteriores, Desarrollo Social y, ahora, de nuevo a Hacienda, con Peña Nieto.
La concentración de reflectores en las figuras de Videgaray y Meade permitió a Peña Nieto filtrar sin tanto escándalo a su compadre, Luis Enrique Miranda Nava, como secretario de Desarrollo Social. El bajo perfil del abogado que nació en Jocotitlán, estado de México, ni siquiera permitió que alguien supusiera que la preciada plataforma de construcción de candidaturas presidenciales que es la Sedesol estuviera gestando un nuevo aspirante. Miranda sólo es un leal soldado político de Peña Nieto, que ahora es enviado a administrar los recursos asistenciales con la vista puesta en el interés clientelar priísta de 2018.
El nuevo responsable de la bolsa asistencial-electoral fue secretario de Finanzas en el último tramo de Arturo Montiel en el estado de México e igualmente en los dos años finales de Enrique Peña Nieto estuvo en la Secretaría General de Gobierno. Ya con la legión mexiquense instalada en la nómina federal, Miranda fue colocado como cuña personal en Bucareli, a título de subsecretario de Gobernación que no hacía reportes ni obedecía a Miguel Ángel Osorio Chong, sino al compadre Enrique.
Los asuntos políticos más delicados eran atendidos por dicho subsecretario de Gobernación. Por ejemplo, las negociaciones con el movimiento magisterial opuesto a la reforma educativa, con los jornaleros de San Quintín y con los ex trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas. En el estado de México se habla del constante apoyo de Miranda a Antorcha Campesina.
No va a Sedesol, pues, un técnico respetable, un profesionista conocedor del tema o un político con pretensiones personales, sino un operador práctico, dispuesto a que los recursos de esa importante oficina tengan resultados específicos en cuanto a las necesidades grupales de conservación del poder.
A fin de cuentas, los muebles de la sala solamente fueron cambiados de lugar, y uno que no combinaba en este momento fue remitido a una bodega provisional. Se fortalece el grupo de Videgaray y con Meade reposicionado ya tendrá contrincante oficial interno el secretario Osorio Chong, malquerido por ese grupo dominante. Que Miranda vaya a Sedesol no es ganancia para Osorio Chong, pues aquél nunca respondió al interés del hidalguense. Y, mientras tanto, Donald Trump sigue avanzando. ¡Hasta mañana, con el veracruzano Javier Duarte de Ochoa aplaudiendo la renuncia del titular del Servicio de Administración Tributaria, Aristóteles Núñez, quien llevaba muy adelantado el expediente de los presuntos delitos cometidos por ese gobernador (y por otros cuatro de ese nivel)!
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