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Es una forma de dopaje a la que recurren los atletas para mejorar su rendimiento

Habrá especial vigilancia al boosting durante los Juegos Paralímpicos de Río

Romperse voluntariamente el pie o lesiones para estimular la presión sanguínea, entre las prácticas

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La delegación mexicana, durante su participación en el desfile inaugural de la justa brasileñaFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Jueves 8 de septiembre de 2016, p. a14

París.

Romperse voluntariamente un dedo del pie, lesionarse miembros insensibilizados para estimular la presión sanguínea... La automutilación o boosting es una forma de dopaje específica de los discapacitados y será especialmente vigilada en los Juegos Paralímpicos de Río.

Se trata de una práctica que concierne a aquellos deportistas con lesiones de médula espinal. Además de la parálisis y de la pérdida de sensaciones de sus miembros inferiores, estas personas sufren a menudo problemas de tensión y de ritmo cardiaco.

En consecuencia, durante un esfuerzo violento, las personas en silla de ruedas no ven aumentada su frecuencia cardiaca a lo que demanda el cuerpo en plena actividad, por lo que su rendimiento es menor y la fatiga crece, así como su capacidad a realizar esfuerzos prolongados.

Por eso, algunos de ellos tratan de compensar automutilándose los miembros insensibilizados –en los que no sienten ningún dolor– para aumentar la presión sanguínea, mejorar el aporte de sangre a los músculos y al final obtener mejor rendimiento deportivo.

Sin fin, el catálogo de horrores

Electrochoques, heridas sangrientas, bloqueo de la sonda urinaria para relajar la vejiga, botas muy apretadas en los miembros inferiores, torsión o aplastamiento de los testículos, fractura del dedo gordo del pie... Con el boosting el catálogo de horrores casi no tiene fin.

La Agencia Mundial Antidopaje (AMA) y el Comité Paralímpico Internacional (CPI) realizaron una investigación –con datos de 2008 y 2009–, la cual concluyó que “pese a ser conscientes de los riesgos para su salud, 16.7 por ciento de los participantes en el estudio admitieron haber recurrido al boosting para mejorar su rendimiento”.

El problema es que éste no es sólo una trampa deportiva, sino que puede desencadenar un problema de salud grave, ya que los deportistas que recurren a esta práctica pueden sufrir hiperreflexia autónoma, una urgencia médica de las personas paralizadas que puede afectar su vida cotidiana tras una simple lesión, herida o inflamación, y en los casos más graves provocar un ataque cerebral o cardiaco mortal.

Este método es excesivamente peligroso, puesto que no es controlable, advirtió el doctor Jean-Claude Druvert, jefe médico de la delegación francesa en Río de Janeiro.

Por eso el CPI prohíbe esta práctica desde 2004. Competir en un estado de hiperreflexia autónoma, intencionado o no, pone en peligro la salud de los atletas. Es también una manera de mejorar el rendimiento, citó Peter van de Vliet, director del servicio médico y científico del organismo.

Para detectar un estado de hiperreflexia autónoma, el CPI decidió controlar a los atletas antes de la competencia midiendo su tensión. En Pekín 2008 se realizaron 37 controles y en Londres 2012 otros 41, sin que se registrara ningún caso.

Sin embargo, en Río 2016, tras el análisis en profundidad de datos de 160 atletas en los años recientes, el Comité Paralímpico Internacional decidió aumentar los controles en abril pasado y desde entonces se prohíbe participar en competencias a cualquier atleta con una tensión superior a 160 mmHg (presión arterial sistólica o alta), por los 180 mmHg de antes.

La medicina general considera que un paciente presenta hipertensión arterial cuando es superior a 140 mmHg (también debe tomarse en cuenta la presión arterial diastólica o baja).

Es deber del CPI velar por la salud de los atletas, la integridad del deporte y por la protección de los limpios, advirtió Van de Vliet.

Exagerar la discapacidad

Sin embargo, el boosting no será el único problema al que se enfrentarán los Juegos Paralímpicos. Las estadísticas también revelan un número de deportistas que exageran su discapacidad, en una frontera siempre complicada a penetrar.

El diario británico Sunday Times informó la semana pasada de la renuncia a Río 2016 de Bethany Wood, multimedallista en atletismo que sufre parálisis cerebral, al considerar que se está autorizando a otros atletas a participar en su categoría con menos handicap que ella. Es lo que se conoce como falsedad intencionada (Intentional misrepresentation).

La natación es uno de los deportes en el punto de mira, ya que algunos participantes nadan deliberadamente más lento de lo que son capaces durante los torneo de clasificación, en los que se evalúa su discapacidad, tanto dentro como fuera del agua, y rinden a su verdadero nivel durante la competencia.

El caso más llamativo se produjo en Sydney 2000, cuando al equipo español de basquetbol le fue retirada la medalla de oro tras descubrirse que 10 de su 12 integrantes habían exagerado su discapacidad mental por petición de las autoridades federativas. El caso salió a la luz pública después de que uno de los miembros del equipo, Carlos Ribagorda, revelara el engaño.

Existe una preocupación importante por los intentos de atletas de eludir el sistema (de controles), pero la frontera para demostrar estos casos, más allá de las dudas razonables, es muy fina, admitió Van de Vliet ante la dificultad que existe para clasificar a estos atletas según su nivel de discapacidad.