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Electricidad y renovables: una tercera
E

s preciso reconocer en toda su magnitud las bondades de las fuentes renovables de energía. Antes que nada, su aportación para combatir el cambio climático a través de la generación de electricidad sin emitir –al menos directamente– gases de efecto invernadero (GEI). Y, sin embargo, no se pueden ignorar –so riesgo de tener un sistema eléctrico poco confiable– las dificultades que supone para dicho sistema eléctrico, su incorporación. A decir de varios especialistas, no hay consenso respecto del método para evaluar la contribución de las diversas fuentes renovables de energía.

En México debemos seguir y profundizar este debate. Evidentemente ya en el marco de la nueva arquitectura en la que se prestará el tradicional servicio público de electricidad, en el que el mercado eléctrico mayorista y la competencia en el suministro son elementos a observar con detenimiento. ¡Y qué digo de los precios! Entre otros. Las universidades públicas nos salen debiendo en este sentido. Nuestra UNAM aún más. Menos porque –supuestamente– ahí están los mejores investigadores, profesores y estudiantes del país, dice indebidamente la Gaceta Universitaria en una portada reciente. Más porque los estudiantes, los profesores y los investigadores y –añado– trabajadores y administradores de la UNAM –eso sí– deben estar entre los mejores del país y del mundo.

Debe ser una cualidad compartida. No exclusiva. Eso creo. Y distinguirse por ser una comunidad con capacidad de argumentación. De deliberación, es decir, de discusión, raciocinio y fundamentación, diría mi maestro de lógica y metodología Mauricio Beuchot. Para este caso de las energías renovables, la deliberación es obligada. Bueno en este marco invitémonos mutuamente a profundizar la reflexión sobre las fuentes renovables y su incorporación a los sistemas eléctricos. El de México entre ellos.

Al menos cuatro características hacen muy difícil ese consenso sobre el método de evaluación de las renovables, máxime cuando día con día se muestra que la tradicional evaluación del costo nivelado de generación hoy resulta muy limitado. Un método así debe enriquecerse con formas alternativas que contemplen las características controversiales de las renovables. Cuatro al menos. Su intermitencia. Su ubicación dispersa. Sus niveles –en ocasiones– muy limitados de capacidad.

Finalmente, para sólo señalar un cuarto hoy, su economía, sorprendentemente caracterizada por costos de operación cero o casi cero (marginales nulos o, incluso, negativos, dicen los técnicos). Consúltense si no los debates recientes implícitos o explícitos en documentos publicados por centros de estudio e investigación. Como el Instituto de Energía de Oxford, al que no dejo de hacer referencia continuamente. También en documentos de firmas privadas de asesoría, algunos de ellos de interesante manufactura. Finalmente por agencias internacionales y organismos oficiales de diversos países. Lo cierto, entonces, es que la acelerada penetración que están experimentando las renovables en los sistemas eléctricos –como lo caracteriza Rahmat Poudineh del Instituto Oxford en un trabajo de enero de este año– obliga a nuevos esquemas de operación y manejo del despacho eléctrico. Y, necesariamente, de respaldo y reserva de capacidad.

Pero también obliga a nuevas consideraciones en el diseño de la ampliación y modernización de las redes eléctricas. Sí, es preciso atender a la dispersión de estas renovables, pues la ubicación de los recursos no tiene por qué coincidir con la ubicación de los centros de carga. Así como su diferencia con las grandes unidades de centrales eléctricas tradicionales respecto del nivel de tensión en que inyectan a la red el fluido eléctrico producido.

Se trata de problemas que llevan a pensar al investigador del Instituto Oxford en la necesidad –incluso la urgencia– de rediseñar los mercados mayoristas de electricidad en los que, en principio, sólo se comercializaba energía. Y a los que se añadieron mecanismos de comercialización de capacidad. Asimismo de lo que en México se llama productos asociados, entre los que se encuentran los servicios conexos, como diversos tipos de reserva, entre otros.

Sí. La incorporación de renovables no sólo exige más capacidad de generación, sino de transmisión. Asimismo nuevos mecanismos de comercialización de electricidad, con renovados esquemas de determinación de precios en los diferentes momentos de la curva de carga del sistema, en los que no sólo debe considerarse el máximo horario de la demanda, sino la naturaleza de la composición de la oferta también horaria.

Es obligado observar y analizar el balance entre fuentes firmes y fuentes intermitentes, entre unidades tradicionales de generación y nuevas unidades renovables.

Finalmente, para sólo mencionar uno más en este momento, nuevos servicios de balanceo de cada componente de la curva de carga. Entre ellos las nuevas centrales de biomasa y de rebombeo de aguas para generación hidroeléctrica, que adquieren nueva dimensión en el parque de generación y en los mecanismos de respaldo a la intermitencia. Estos señalamientos hoy comunes en la bibliografía especializada conducen a pensar –como lo señalan insistentemente muchos analistas– que el debate sobre las metodologías de evaluación integral de las fuentes renovables apenas empieza. Sin duda.