Opinión
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American Curios

Sonido y furia

L

as rutas sonoras de la política en Estados Unidos a veces revelan más sobre lo que sucede en este país que los análisis de los expertos más sesudos (y aun si no, de perdida por lo menos uno puede bailar).

Hoy día hay un representante del diablo que dice que es mensajero de Dios. Resulta que en algunos de los actos electorales de Donald Trump este año (y si yo no estaba alucinando, también sucedió en la Convención Nacional Republicana, y estoy convencido de que fue una expresión de rebelión de la banda contratada para ese espectáculo político) se ha tocado Simpatía para el Diablo, de los Rolling Stones. No puede haber una canción más apta, que empieza: Por favor permite que me presente/Soy un hombre de riqueza y buen gusto/He andado por acá durante largo largo tiempo/He llevado el alma de muchos hombres a la decadencia y su coro es, Qué gusto conocerte/Espero que adivines mi nombre/Pero lo que te intriga/es la naturaleza de mi juego. (La canción, ha contado Mick Jagger, fue en parte inspirada en la novela El maestro y Margarita, del gran escritor ruso Mijail Bulgakov). Quién la escogió, y qué creen que dice. Quién sabe. ¿O sabrán?

Durante décadas ha sido común que los candidatos políticos usen la música como parte de su show político. En años mas recientes, la música y los músicos ya no son decoración, sino elemento central del espectáculo político, en parte porque aún tienen algo de lo que los políticos carecen: credibilidad ante el público. Y aun si los políticos no consiguen el permiso o la presencia de los músicos, hacen lo de siempre: se la roban.

Los Rolling Stones, Queen, Neil Young, REM, y la sucesión de George Harrison –entre otros– han protestado repetidamente por el uso de su música en actos de Trump. We are the champions y You can’t always get what you want fueron usados sin permiso en momentos estelares de la convención nacional republicana. Muchos se preguntan si Trump y su gente entienden de qué hablan estas canciones y quiénes son sus autores, muchos de los cuales se oponen tajantemente a su mensaje. Pero a la vez, los estrategas entienden cuán poderosa es esta música para sus fines políticos.

Frecuentemente la música que acompaña la aparición de Trump en sus escenarios electorales es un aria de una ópera de Puccini cantada por Luciano Pavarotti, lo cual inevitablemente ha generado comentarios de que eso es algo que haría Mussolini.

Tal vez el episodio más notable fue cuando la campaña de Ronald Reagan en los 80 usó Born in the USA, de Bruce Springsteen, quien sugirió al político que tal vez debería leer la letra antes de tocar su música (la gente de Reagan pensaba que era una oda patriótica, cuando es una condena furiosa de las consecuencias de una guerra estadunidense).

Las protestas y quejas de los músicos y el abuso de los políticos fueron abordados por John Oliver, el comediante/periodista, en su programa Last Week Tonight, en HBO, quien elaboró un video con la participación de varias estrellas de la música, entre ellas Sheryl Crow, Usher, John Mellencamp, Cyndi Lauper, quienes cantan un mensaje a los políticos: No uses nuestra canción/Porque la usaste mal/Puede que sea atractiva/Pero sólo estás robando. (https://www.youtube.com/watch?v=32n4h0kn-88&app=desktop).

Del lado demócrata hay menos disputas y mayor apoyo explícito de un elenco que incluye buena parte de la realeza pop. Hillary Clinton es apoyada –y usa la música de– Katy Perry y Kelly Clarkson, entre otras del pop bien ligero.

El tipo de música que ha ofrecido la Casa Blanca desde que llegó Barack Obama ha marcado un giro claro comparado con su antecesor, y los músicos han sido parte integral de esta presidencia. De hecho, Obama acaba de publicar vía Twitter, por segundo año, su lista de 40 canciones (de Nina Simone a Caetano Veloso, pasando por el rapero Common hasta Manu Chao) que está escuchando este verano. (https://www.whitehouse.gov/blog/2016/ 08/10/listen-president-obamas-summer-playlist ).

Pero algunos están incidiendo en el momento político-electoral para rescatar parte de la esencia de rock y el hip hop que, insisten, es por definición opositora al establishment y el estatu quo. Prophets of Rage, super-grupo recién conformado por Tom Morello (antes de Rage Against the Machine), Chuck D (del legendario Public Enemy) y B Real (de Cypress Hill)Party, entre otros, cantan The Party is Over junto con canciones de sus viejos grupos que dicen son más actuales que nunca en repudio a las cúpulas políticas y económicas del país (https://www.youtube.com/watch?v=I7Nj_yrunB4 ).

A la vez, el surgimiento del movimiento Black Lives Matter es acompañado del apoyo de un extraordinario elenco de músicos que se han expresado en todos los niveles. Cuando Beyonce presentó Formation en el Supertazón, con referencias claras a las Panteras Negras, incomodó a muchos. Aún más cercano al movimiento, el exitazo Alright del hiphopero Kendrick Lamar se convirtió casi en himno de los activistas de este nuevo movimiento de derechos civiles y justicia social. Alicia Keys reclutó a Beyonce, Rihanna y otros músicos para hacer un video sencillo en el cual sólo recitan razones por las cuales afroestadunidenses han sido ultimados por la policía (https://www.youtube.com/watch?v=U_VaNhI4CLo ) El jazzista Terence Blanchard con su nuevo disco Breathless (en alusión a uno de los casos que han detonado el nuevo movimiento contra la violencia e impunidad policiaca) continúa la larga tradición de compromiso social del jazz (https://www.youtube.com/watch?v=kbCoH8dkpMg ).

Esto es parte de una larga tradición en la música, que incluye el jazz y el blues, pasando por el rock, punk y hip hop. La historia social y política aquí no se puede contar sin música. Esa cacofonía de ira, festejo de resistencia y solidaridad a veces ha logrado encontrar un ritmo común y se ha vuelto de repente en una sinfonía peligrosa. Esto puede suceder de nuevo en cualquier momento, sólo hay que escuchar cuidadosamente el sonido y la furia dentro de este país.