l jueves 4 de agosto el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos informó que el huracán Earl había perdido potencia tras tocar las costas de Belice, convirtiéndose en tormenta tropical, aunque provocando fuertes vientos e intensas lluvias que mantenían en alerta a México, adonde entraría por el sur de Quintana Roo. Luego cruzaría parte de Campeche, Tabasco y Veracruz. La agencia estadunidense señaló además que Earl podría ocasionar el crecimiento de ríos y arroyos y aludes de lodo. Un día después, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) confirmó que ya estaba sobre Campeche, con rachas de hasta 40 kilómetros por hora.
El sábado 6, Luis Felipe Puente, coordinador nacional de Protección Civil, presumió que, gracias a las labores de prevención en las entidades por donde pasaría la tormenta y a las acciones de los gobiernos federal, estatal y municipal, apenas hubo ligeras afectaciones, como encharcamientos leves en las partes bajas, caídas de árboles, interrupción de energía eléctrica por postes caídos, cierres parciales en tramos carreteros estatales
. En pocas palabras, todo bajo control.
Sin embargo, la realidad era muy distinta, tal como la mostraban los medios. Y más cuando el lunes 8 destacaron el mensaje que envió el presidente Enrique Peña Nieto a los familiares de los fallecidos: Quiero expresar mi solidaridad con las familias que lamentablemente perdieron a un ser querido
. Y en su cuenta de Twitter aseguró que se han tomado acciones para que la población reciba el apoyo y ayuda correspondiente
. Y es que las ligeras afectaciones
acabaron con la vida de, hasta ahora, 54 personas. Especialmente en Puebla (40) y Veracruz (12). En paralelo, el siempre bien informado Luis Felipe Puente aseguró: Están ingresando ya los cuerpos de rescate y apoyo a las zonas de la montaña. Al día de hoy nos siguen reportando personas desaparecidas
. Agregó que buena parte de las víctimas vivían en asentamientos irregulares en zonas montañosas de difícil acceso, prácticamente incomunicadas, lo que dificulta las labores de rescate. Son caminos de terracería muy pequeños en los que nos ha costado mucho trabajo ingresar, porque los deslaves se han dado en toda la zona alta de la montaña
.
Después vino lo de siempre: el Presidente y parte de su gabinete visitan algunas zonas afectadas. Esta vez, en Puebla. Para consolar
y ayudar con lo urgente a los deudos de quienes mató la desidia. De nuevo, promesas para reparar casas, caminos, escuelas y demás servicios públicos. El Plan DNIII, del Ejército entra en acción, pero cuando ya los muertos muertos están. Luego, más detalles sobre el origen de la tragedia: ríos azolvados por la tierra que se desprende de las partes altas de su cuenca, por la tala del bosque. Obras mal hechas. Pobreza.
El 23 de septiembre de 2013, a raíz de los huracanes Ingrid y Manuel, que dejaron estela de muerte y daños incontables, recordé aquí cómo el presidente Peña Nieto, junto con su gabinete y los gobernadores, había anunciado cuatro meses antes el programa que sería parteaguas en la prevención de desastres y protección a la población. No más asentamientos en áreas frágiles, peligrosas, a las orillas de ríos o cañadas. Coordinación a nivel nacional para que todo funcione armónicamente. Intervención conjunta de las autoridades y la población. Información oportuna a las comunidades en riesgo. En el noticiario de Carmen Aristegui precisé con datos oficiales que costaba muchísimo menos prevenir que remediar los efectos de un desastre natural
sobre la población y los bienes públicos y privados.
Hoy, Earl supera en número de víctimas a los fenómenos meteorológicos que los últimos dos años azotaron México. Odile, con vientos de más de 100 kilómetros por hora, dejó 13 muertos en 2014. Patricia, anunciado como el más destructor de la historia sobre la costa del Pacífico, tocó tierra en 2015 y se degradó rápidamente. Su saldo, seis muertos en Jalisco y graves daños materiales.
Una tormenta tropical calificada de poca importancia arrasó de nuevo con el programa ejemplar y con los encargados de cumplirlo, como el gobernador de Puebla, a quien alertaron de lo que podía ocurrir.
Habrá más huracanes.