Londres.

Medía solo 1.10 metros, pero para muchos fans de Star Wars era uno de los grandes. Kenny Baker, el actor que se escondía dentro de R2-D2, murió el sábado tras una larga enfermedad en Preston, Inglaterra, a los 81 años.

Interpretó a R2-D2 (Arturito en Latinoamérica) en casi todas las películas de la saga, a excepción del más reciente largometraje, El despertar de la fuerza.

El único que le supera en apariciones en la serie es Anthony Daniels, de 70 años, que aparecía casi siempre junto a R2-D2 en el papel del robot C-3PO (o Citripio).

En su cuerpo metálico en forma de tonel de R2-D2 se acumulan numerosos instrumentos y herramientas, tanto grandes como pequeñas. El robot repara, sierra, hackea sistemas informáticos y propina descargas eléctricas. A bordo de la nave espacial de los rebeldes, X-Wing, participa en rápidas escenas de acción.

El papel de su vida

En una entrevista que publicó Baker en su web, contó que al principio rechazó el personaje, pero como los productores no pudieron encontrar a nadie que fuera tan pequeño y fuerte como él, se dejó convencer. Era un regalo de Dios para ellos, afirmó.

Al principio, le arañaban la cabeza los tornillos de la carcasa del robot, pero poco a poco se empezó a sentir bien como R2-D2.

Desde los 16 años trabajó en el mundo del espectáculo. Empezó de payaso. Como actor participó en Time Bandits, de 1981, y en Amadeus, de 1984, la película sobre la vida de Mozart.

Pero su mayor papel siempre será el de R2-D2, aunque Baker no tuviera que aprenderse ni una sola línea para interpretarlo: el robot produce distintos sonidos que sólo otros humanoides, como su amigo C-3PO, pueden entender y traducir.