Ante el establecimiento por parte del Papa Francisco, a principios de agosto pasado, de una comisión de teólogos y expertos para que analicen las implicaciones del diaconado femenino, Felipe Arizmendi, obispo de San Cristóbal de Las Casas, confió en que pontífice finalmente decida lo más conveniente para la Iglesia católica.

En tanto, invitó, sigamos dando a las mujeres el lugar que les corresponde en la Iglesia y la sociedad. De aprobarse, indicó que las tareas que podrían desempañar serían las mismas que actualmente realizan los diáconos.

Detalló que el Concilio Vaticano II (1962-65) restableció el diaconado permanente para los hombres para dar algunos servicios como administrar el bautismo, dar la comunión, asistir al matrimonio, proclamar el evangelio. Se confiere a varones casados.

Actualmente, dijo, para esas celebraciones no hacen falta diaconisas; el obispo puede autorizar a mujeres catequistas, esposas de diáconos y a otras mujeres adecuadamente preparadas, para que las hagan. Yo he delegado, conforme a las normas de la Iglesia, a dos mujeres indígenas para bautizar y presidir matrimonios, en lugares lejanos.