El gobernador Mario López Valdez afirmó ayer que en Sinaloa sólo las personas flojas padecen hambre.

El mandatario fue entrevistado sobre las cifras del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) sobre la pobreza en el estado, las cuales indican que en 2015 había 822 mil sinaloenses pobres y con carencia de alimentos.

La mayoría de estas personas viven en los municipios de Culiacán, Mazatlán, Guasave y Ahome y equivalen a 28.4 por ciento de la población de esta entidad, estimada en 2.9 millones de personas.

En Sinaloa podríamos decir que quien va al mar saca un pescadito; se mete a una parcela y agarra un elote; se mete a una huerta y agarra un mango o una rama y se prepara un quelite. Aunque las mediciones del Inegi nos dejan (mal), en realidad mucha gente sí tiene que comer. En México no estudia el que no quiere, dijo.

Durante una gira de trabajo por Los Mochis, cabecera municipal de Ahome, argumentó que las estadísticas muchas veces no corresponden a la realidad y señaló que junto con el gobierno federal y los municipios se han entregado en esta entidad más de 100 millones de apoyos, despensas y desayunos fríos y calientes.

Mientras, el gobernador electo de Durango, José Rosas Aispuro, afirmó que el actual gobierno condenó a los pobladores de la sierra a vivir del narcotráfico por no ofrecerles alternativas, caminos, escuelas, centros de salud y empleos. Anunció que prepara un proyecto para promover la fruticultura en la región de las Quebradas.

En Chihuahua, el gobernador electo, Javier Corral Jurado, llamó a la mayoría de los alcaldes que iniciarán funciones el 9 de octubre próximo a convertir la opción preferencial por los pobres en el eje de sus administraciones. Les pidió trabajar por los que menos tienen, los que más han esperado, pues el problema más grande de México es la desigualdad social.

Durante una reunión con 37 presidentes muunicipales electos de los partidos Acción Nacional, Movimiento Ciudadano e independientes (no asistieron los 30 priístas), Corral Jurado les recomendó no perderse en apetitos políticos por la relección a la que tendrán derecho, y tampoco dejarse presionar por grupos delincuenciales para nombrar a los directores de seguridad pública.