El probable palacio data de los siglos V y VI, lo cual encaja en teoría con las leyendas
Domingo 7 de agosto de 2016, p. a11
Los misteriosos orígenes del sitio arqueológico británico que con más frecuencia se asocia a la leyenda del rey Arturo acaban de volverse todavía más misteriosos.
Arqueólogos han descubierto las impresionantes ruinas de un probable palacio real de la Alta Edad Media en Tintagel, en Cornualles (Inglaterra). Es probable que los muros desenterrados, de un metro de grueso, pertenezcan a la residencia principal de los gobernantes de un antiguo reino del suroeste de Gran Bretaña en el siglo VI, conocido como Dumnonia.
Los eruditos han discutido durante largo tiempo si el rey Arturo existió o es un personaje legendario formado por la combinación de figuras históricas y mitológicas.
Ahora, arqueólogos financiados por la organización British Heritage descubrieron un probable palacio de la época en Tintagel, lo cual disparará sin duda el debate en círculos de estudio arturianos, porque, según la tradición medieval, Arturo fue concebido en Tintagel, fruto de la unión ilícita de un monarca británico y la bella esposa de un gobernante local.
El relato, basado probablemente en una leyenda anterior, fue escrito por un clérigo galés (o posiblemente de origen bretón) llamado Geoffrey de Monmouth. Forma parte de su obra más importante, Historia Regum Britanniae (Historia de los reyes de Bretaña), uno de los libros más importantes producidos en el mundo medieval.
Es significativo que esa obra fue casi de seguro completada hacia 1138, tiempo en que el promontorio de Tintagel (donde fue descubierto el probable palacio) estaba deshabitado. El castillo medieval de ese sitio, cuyas ruinas perduran, fue contruido casi un siglo después. La afirmación de Geoffrey de que el rey Arturo fue concebido en una fortaleza anterior en el mismo lugar, que para entonces llevaba largo tiempo abandonada, tendría que haber provenido en lo esencial de leyendas o relatos cuasi históricos ya olvidados.
El probable palacio que los arqueólogos han encontrado parece datar de los siglos V y VI, lo cual encaja en teoría con las leyendas tradicionales del rey Arturo, que lo colocan precisamente en esos siglos. Coincidencia o no, la forma en que la nueva evidencia resuena con la leyenda medieval británica más perdurable y popular sin duda generará renovado interés de legos y especialistas por ese sitio.
Lo que los arqueólogos han encontrado es de gran importancia histórica, al margen de la veracidad de cualquier conexión con Arturo. Es la primera vez que se han encontrado en Gran Bretaña edificios verdaderamente sustanciales de los siglos V y VI: el corazón de la Alta Edad Media, periodo del oscurantismo. Hasta ahora las excavaciones han revelado muros de masonería de un metro de grueso, escalones y pisos de losa de pizarra.
Algunos edificios eran relativamente grandes. En meses recientes se ha encontrado la ubicación arqueológica o geofísica de alrededor de una docena de ellos. Dos tienen unos 11 metros de largo por cuatro de ancho.
Más aún, las personas que vivieron en esos edificios bien construidos parecen haber sido de alcurnia. La evidencia arqueológica –decenas de fragmentos de alfarería y vidrio– muestra que disfrutaban de un vino procedente de la actual Turquía y de aceite de oliva del Egeo griego y de lo que hoy es Túnez. Tomaban sus alimentos en finos tazones y platos importados del oeste de Turquía y del norte de África, y su vino en finas copas de cristal francés, bellamente decoradas.
En las semanas pasadas se han encontrado unos 150 restos de cerámica, incluso fragmentos de ánforas (usados para transportar vino y aceite de oliva del Mediterráneo) y de finas vajillas.
El probable palacio parece haber sido la parte lujosa de un complejo mucho mayor, formado por docenas de edificios que cubrían la mayor parte del promontorio Tintagel. Esas otras estructuras podrían haber albergado artesanos, soldados y otros trabajadores que servían al ocupante del palacio, tal vez el rey de Dumnonia.
El complejo parece haberse establecido en algún momento en el siglo V o principios del VI, pero es probable que ya para el VII estuviese en decadencia. Hasta ahora no se ha encontrado evidencia de alguna destrucción catastrófica.
Sin embargo, la segunda mitad del siglo VI y todo el VII fueron notorios por una terrible pandemia de peste (versión temprana de la Muerte Negra medieval), que casi de seguro devastó partes de Gran Bretaña después de dar muerte a millones en la zona del Mediterráneo. Es concebible, por tanto, que el Tintagel de la Alta Edad Media decayera y fuese al fin abandonado en parte a consecuencia de la peste bubónica, más que de algún conflicto político o militar.
La isla en contexto histórico
Aparte de lo que los nuevos descubrimientos nos digan de la vida de la realeza en Gran Bretaña hace mil 500 años, también arrojan luz adicional sobre el lugar de la isla en el mundo en ese tiempo. Aunque el este y gran parte del centro habían sido invadidos por conquistadores y colonos germánicos (es decir, anglosajones), procedentes de las actuales Alemania y Dinamarca, el oeste (incluido Cornualles) continuaba bajo control de los británicos nativos.
Esas zonas británicas parecen haber mantenido o más probablemente revivido sus vínculos comerciales y políticos con el Imperio Romano. Los romanos habían abandonado la isla en el año 410 y perdido por completo el control de Europa occidental ante los invasores bárbaros alemanes hacia 476. Sin embargo, hacia 554 el imperio (para entonces basado por completo en Constantinopla, la actual Estambul) reconquistaba partes del mundo mediterráneo occidental (Italia, África del norte y el sur de España). En consecuencia, el comercio romano hacia el Mediterráneo occidental y el Atlántico (incluida Gran Bretaña) comenzó a florecer de nuevo.
El gran incentivo de los romanos para comerciar con Gran Bretaña fue probablemente el latón de Cornualles, que necesitaban para sus industrias fabricantes de bronce. También es concebible que consideraran a Dumnonia (que cubría gran parte del sureste de la península británica) o a otros reinos del oeste de la isla como estados clientes o aliados oficiales, posiblemente con algún estatus semioficial dentro del imperio. De hecho, oficialmente pudieron haber considerado la pérdida de Gran Bretaña, en 410, como una medida temporal y conveniente, más que como un cambio permanente en el estatus legal. Sin duda hay evidencia histórica de que el imperio dio subsidios financieros a la isla en el siglo VI, más de un siglo después de la fecha tradicional de la salida británica del imperio. Incluso hay evidencia que sugiere que en ese siglo autoridades romanas intentaron valerse de su propiedad
teórica de Gran Bretaña como pieza de cambio territorial en negociaciones geopolíticas.
La excavación de este verano en Tintagel, que terminó esta semana, fue encabezada por el arqueólogo Jacky Nowakowski y James Gossip, de la Unidad Arqueológica de Cornualles, que forma parte del cabildo de Cornualles.
“El descubrimiento de edificios para ocupantes de alcurnia –potencialmente un el complejo de un palacio real– en Tintagel transforma nuestro conocimiento del sitio. Ayuda a revelar un cuadro interesante de la vida en un lugar de tal importancia en los siglos, poco conocidos históricamente, que siguieron a la caída del gobierno romano en Gran Bretaña”, comenta Win Scutt, curador de propiedades de English Heritage en el oeste de Inglaterra. El promontorio de Tintagel, sitio del famoso castillo en ruinas del siglo XIII, es administrado por English Heritage y está abierto al público.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya