Cuernavaca, Mor.

El gobernador Graco Ramírez debe ser destituido y enjuiciado porque mintió a los morelenses, porque no ha sido claro en rendir cuentas, porque hay sospechas de corrupción, y por nepotismo, afirmó el vocero de la Coordinadora Morelense de Movimientos Ciudadanos (CMMC), Gerardo Becerra.

El gobernador ha sumido al estado en una debacle social, económica y de violencia gravísima; ha sido un mandatario ausente que ni siquiera ha cumplido su función primordial, gobernar, añadió.

Con cinco marchas, de junio de 2013 a febrero de 2016, la CMMC ha exigido la salida del gobernador por no garantizar seguridad, justicia ni paz en el estado, pese que una de sus promesas de campaña fue abatir la violencia.

El hartazgo de los sectores que integran el Frente Amplio Popular (FAP, en el cual está la CMCC), que impulsa la destitución del gobernador se debe a que éste se negó a ver la realidad, a escuchar, y ha mentido reiteradamente.

La frase ¡fuera Graco!, acuñada en la marcha del primero de abril de 2014, en la que participaron más de 25 mil personas, fue denostada por Graco Ramírez. Esto generó inconformidad, pues la población se dio cuenta de que tenemos un gobernador que no quiere escuchar.

El que los diputados locales hayan desechado el juicio político al gobernador “no quiere decir que éste haya gastado bien 2 mil 806 millones de pesos. La construcción del estadio Coruco Díaz (en Zacatepec) es la joya de la corrupción”, señaló Becerra.

Sobre las aspiraciones del gobernador a la Presidencia, el vocero de la CMMC expresó: Mejor que nos diga a los morelenses de dónde saca recursos para promoverse cuando no puede ni gobernar Morelos.

En cuanto a las acusaciones de nepotismo, el empresario señaló que Graco Ramírez nombró a su ex esposa Olga Durón Viveros directora del Instituto Morelense de Radio y Televisión; designó al sobrino de ella, Javier Pérez Durón, titular de la Fiscalía General del Estado, y a su hijastro, Rodrigo Gayosso Cepeda, líder estatal del Partido de la Revolución Democrática.

El obispo Ramón Castro aclaró ayer que él no convocó a la reunión efectuada por dirigentes de diversas organizaciones en un salón de la catedral de Cuernavaca, en la cual acordaron buscar la destitución del gobernador, y aseguró que él sólo escuchó su dolor.