El Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, que encabeza Napoleón Gómez Urrutia, elogió a las secciones 65 de Cananea, Sonora; 201 de Sombrerete, Zacatecas, y 17 de Taxco, Guerrero, que hace nueve años, en 2007, iniciaron movimientos simultáneos de huelga contra Grupo México, en demanda de seguridad industrial y el cumplimiento del contrato colectivo de trabajo.

En un comunicado, el gremio minero señaló que sus compañeros han mostrado valor y resistencia y han enfrentado con “total dignidad y altura moral –aunque en perjuicio de ellos y sus familias– las perversas agresiones y la crueldad despiadada que a lo largo de estos años ha ejercido” la empresa de Germán Larrea.

Grupo México, indicó, ha recurrido a acciones que van desde las campañas de terror sobre los propios trabajadores y sus familias hasta agresiones físicas y tortuosas maniobras en los tribunales.

El sindicato minero exige que el gobierno federal reconozca estas huelgas y que siente en la mesa de negociación a Grupo México y lo obligue a cumplir con la ley.

No es posible que hayan transcurrido ya esos nueve años sin que los sucesivos gobiernos se ocupen de resolver las huelgas, y en doble lenguaje, por otra parte, digan sus autoridades laborales que en México no existen huelgas a escala federal.

Hizo un llamado al gobierno a no solapar más a Germán Larrea en su designio de ignorar estos tres movimientos. Los mineros se preguntan hasta cuándo el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto dejará de apoyar a este empresario y cuándo dejará la simulación de que todo está bien en el país en cuanto a los justos movimientos laborales de protesta.

Recordó que el Grupo México se ha caracterizado estos años por cometer graves atentados contra los trabajadores, además de que ha intentado por todos los medios, sin conseguirlo, destruir al sindicato minero, debido a la férrea lealtad de sus bases y a la conducción atinada de Napoleón Gómez Urrutia.

Indicó que las violaciones de esta empresa van desde la tragedia de Pasta de Conchos (2006), en Coahuila –donde fallecieron 65 trabajadores y los cadáveres de 63 de ellos siguen abandonados e insepultos en los socavones de la mina 8–, hasta la peor catástrofe ambiental en la historia de México, cuando por negligencia e irresponsabilidad criminales derramó sustancias sumamente tóxicas en los ríos Sonora y Bacanuchi, provenientes de la mina de Cananea.

En todos esos casos los sucesivos gobiernos hasta el actual han mostrado debilidad y complicidad con la empresa de Larrea, y le han tolerado y protegido todas sus infames agresiones y atropellos.