Sociedad y Justicia
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Casi nueve de cada 10 fármacos comercializados son patentes vencidas: Arriola

Gracias al estímulo a genéricos, los más pobres gastan 60% menos

Tras la reforma de 2005 cambió la historia del acceso de los mexicanos a ese mercado

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Mikel Arriola, director del IMSS; José Narro Robles, secretario de Salud, y Julio Sánchez y Tépoz, titular de la Cofepris, durante la ceremonia por el 15 aniversario de esta últimaFoto Cuartoscuro
 
Periódico La Jornada
Miércoles 20 de julio de 2016, p. 35

Con el ingreso de los medicamentos genéricos y el estímulo permanente de esta política, los estratos más pobres de la población del país han reducido, en el pasado lustro, en 60 por ciento los recursos destinados a comprar medicamentos, aseguró Mikel Arriola Peñalosa, director general del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

En la ceremonia por los 15 años de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), detalló que en 2010 el decil más pobre de la economía era el que más gastaba en medicinas: más o menos 5 por ciento. Ahora, señaló, el decil más pobre de la economía es el que menos gasta en medicamentos; en promedio de todos los deciles, el gasto bajó 39 por ciento, y en el decil más pobre bajó 60 por ciento.

La estrategia

El ex titular de la Cofepris detalló que en 2011 empezó la aplicación de la política de genéricos en el país, y a la fecha existen más de 500 versiones genéricas de más o menos 35 patentes que explican 80 por ciento del consumo en cuatro padecimientos: diabetes, enfermedades cardiovasculares, cáncer de mama y de próstata.

El funcionario añadió que se incrementó la competencia en 550 por ciento, lo que derivó en la reducción de los precios. Desde el primer año en que se aplicó la estrategia, es decir, de 2011 a 2012, los costos descendieron 90 por ciento; luego se estabilizó el promedio y hoy traemos un promedio de ahorro de 60 por ciento en todo el mercado de medicamentos. Pero subrayó que si nos concentramos en diabetes, cáncer y en cardiovasculares, los precios han bajado 90 por ciento.

Indicó que después de la política de genéricos, México es el principal consumidor en volumen de estos fármacos, pues casi nueve de cada 10 medicamentos que se comercializan son de este tipo.

Aunque ahora existe un buen panorama, narró que antes de que se tomaran estas medidas, los fármacos en México eran caros, pues se dio a mediados de la década pasada un defecto administrativo, al no emitirse en el plazo previsto el reglamento de la norma.

Narró que la reforma de 2005 señaló claramente que en el mercado mexicano solamente podrá haber dos tipos de productos medicinales: los de patente y los genéricos. Ahí le cambiamos la historia al acceso de los mexicanos al mercado.

Continuó: Necesitábamos un órgano activo que se dedicara a generar una transición completa de los productos genéricos en nuestro país, a la vez de fortalecer el marco de protección a los derechos de propiedad intelectual, pero luego “hubo un impasse, y lo tenemos que reconocer”.

Agregó que en 2005 se inició un proceso transitorio para renovar todos los registros de insumos para la salud en México y se dio un plazo de seis meses para publicar el reglamento, mientras, iba seguir la cosa como estaba y nadie tenía que renovar.

Cuando comenzó el proceso de transición se generó un grave defecto administrativo. Eso hay que subrayarlo, y el defecto administrativo fue no sacar el reglamento.

El plazo perentorio para renovar los registros era febrero de 2010, por lo que el reglamento debía publicarse en 2005, pero se emitió en diciembre de 2009. Eso es un ejemplo de lo que no debe hacerse en políticas públicas: no generar previsibilidad a los actores en el mercado. Ahí lo que pasó, precisamente, fue un desastre.

La Cofepris debía renovar todos los registros del mercado entre febrero de 2010 y más o menos el verano de ese mismo año. Claramente eso no pasó, lo que pasó fue la generación de un caos. Los solicitantes de registros lo hicieron en su mayoría con documentación incompleta; no se había ensayado esa reforma para renovar, y el que pagó los platos rotos fue el consumidor. Vivíamos en un mundo de pocos productos y productos caros.